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¡Recibí flores hoy!

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Lamentablemente, sólo hay que mirar a nuestro alrededor para ver que la violencia que aprendemos desde pequeños.

 

Acabo de leer que “una mujer de Alicante arremete contra un Policía Local cuando éste intentaba detener a su marido por haberla golpeado en el transcurso de una discusión”.

Parece sorprendente, ¿verdad? Sobre todo si recordamos que 2006 ha acabado con 68 víctimas, ocho más que el año anterior, y que la Ley de Violencia de Género parece inservible para erradicar el problema de miles de mujeres que viven en una continua pesadilla de golpes y amenazas.

Nadie duda, como dice la delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Encarnación Orozco, de que “las leyes necesitan un recorrido para que calen en la sociedad” y que “tenemos que dejar tiempo a las medidas de sensibilización… que es una labor constante para que haya un cambio de valores culturales”. Pero, a pesar de que la “teoría” resulta evidente para todos, en la práctica, desgraciadamente, una serie de preguntas que planteé en “Ella se ha cansado de tirar la toalla” parece seguir sin tener una solución eficaz: ¿Realmente sirven las soluciones planteadas en la Ley Integral contra la violencia “de género”, como se empeñan en llamarla, para erradicar, de una vez por todas, este problema? ¿Por qué se producen cada vez más maltratos? ¿Cuál es su origen?

Y, ya que este es mi último articulo del año, voy a tomar prestadas estas palabras que, como en aquella ocasión, siguen de tremenda actualidad:

“Los factores del aumento de la violencia en nuestros días pueden ser muchos: crisis de valores educativos, familias desestructuradas, falta de autoridad de los padres y profesores, inmigración, racismo, discriminación de la mujer,… Pero, según los expertos (médicos, psicólogos, jueces, policía…), los maltratos tienen su origen en las costumbres machistas y la concepción tradicional de superioridad, que durante años ha tenido el hombre hacia la mujer, manteniéndola en un segundo plano, como mujer-objeto o, como decía aquella famosa canción, mujer-florero. Por tanto, la mujer, como objeto que pertenece al hombre, tiene que acatar con sumisión y respeto la voluntad de su cónyuge, y en caso contrario, el hombre se cree con derecho a recurrir a la violencia como forma de autoridad sobre su mujer y sus hijos, para “ponerlos en su sitio”, por medio de golpes, insultos, gritos…”

Lamentablemente, sólo hay que mirar a nuestro alrededor para ver que la violencia que aprendemos desde pequeños observando a las personas que nos rodean, en la televisión y/o en la publicidad, donde habitualmente se insulta o amenaza a una mujer, se empuja o golpea a causa de un enfado, se decide lo que una mujer puede o no hacer, se infravalora su trabajo y se menosprecia sus opiniones; dónde muestran a una mujer incapaz de hacer nada por sí sola salvo preparar bocadillos, cuidar niños o utilizarla como objeto de deseo, nos pone en una situación difícil de combatir.

Desde mi punto de vista, la solución a esta lacra que invade nuestras casas y que muchas veces ha sido silenciado por las afectadas por un malentendido sentido de la sumisión al marido, por vergüenza “al que dirán” o por una equivocada responsabilidad hacia los hijos, no está en el programa de protección de las mujeres maltratadas, ni en el aumento de juzgados de violencia, ni mucho menos en la implicación de médicos, enfermeras, jueces, abogados y fuerzas de seguridad; sino en un proyecto educativo preventivo a corto y largo plazo que logre cambiar la visión de la mujer como ser inferior y fomente los valores de respeto e igualdad entre los sexos.

En este nuevo año que ahora comienza, TODOS tenemos un gran trabajo por delante que vale la pena, aunque sólo sea por no volver a leer testimonios tan sobrecogedores como éste:

¡Recibí flores hoy!
No es nuestro aniversario o ningún otro día especial; anoche me aventó contra la pared y comenzó a ahorcarme.
Parecía una pesadilla, pero de las pesadillas despiertas y sabes que no es real; me levanté esta mañana adolorida y con golpes en todos lados, pero yo sé que está arrepentido; porque él me mando flores hoy…

¡Recibí flores hoy!
Y no es día de San Valentín o ningún otro día especial; anoche me golpeó y amenazó con matarme; ni el maquillaje o las mangas largas podían esconder las cortadas y golpes que me ocasionó esta vez.

No pude ir al trabajo hoy, porque no quería que se dieran cuenta, pero yo sé que esta arrepentido; por que él me mandó flores hoy…

¡Recibí flores hoy!
Y no era el día de las madres o ningún otro día especial; anoche el me volvió a golpear, pero esta vez fue mucho peor.

¿Si logro dejarlo, qué voy a hacer?

¿Cómo podría yo sola sacar adelante a los niños?
¿Qué pasará si nos falta el dinero?
Le tengo tanto miedo, pero dependo tanto de él, que temo dejarlo.
Pero yo sé que está arrepentido, por que él me mando flores hoy…

¡Recibí flores hoy!

Hoy es un día muy especial: Es el día de mi funeral. Anoche por fin logró matarme. Me golpeó hasta morir.
Si por lo menos hubiera tenido el valor y la fortaleza de dejarlo; si hubiera aceptado la ayuda profesional.
¡Hoy no hubiera recibido flores!

Anónimo