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Formar a los hijos con amor y en el amor

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Es fácil decir que la misión de los padres es formar, educar a los hijos y prepararlos para la vida, pero ¿Cómo puedes ser  un buen padre?¿Cómo podemos formar a nuestros hijos de la manera correcta?

 

En una ocasión  un matrimonio que tenía hijos pequeños me comentaba que ellos habían leído y sabían que la misión de los padres es formar a sus hijos, sin embargo, ellos me decían “Es fácil decir que la misión de los padres es formar, educar a los hijos y prepararlos para la vida, pero ¿Cómo puedes ser  un buen padre?¿Cómo podemos formar a nuestros hijos de la manera correcta?"

Es una realidad innegable que los padres son los primeros educadores de los hijos, ya que la familia es el lugar donde se recibe la vida y es el primer ámbito de formación ya que en ella se aprenden los valores fundamentales los cuales son interiorizados, vividos y posteriormente son los que dan la guía para un pleno desarrollo en sociedad, ya que son los que dan la pauta  para que la persona afronte la vida con responsabilidad.

“El hogar Cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la casa familiar es llamada justamente “Iglesia Domestica”, comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana”(CIC,N.1666)

Los padres tienen el deber y el derecho de educar a sus hijos, esta es una responsabilidad la cual no es delegable a pesar de que si es necesario que se apoye de otros medios sociales como  lo son la escuela, la iglesia, etc.
Es importante que entendamos por educación al proceso de perfeccionamiento del ser humano, y que la influencia de las interacciones positivas con los hijos repercuten favorablemente en aspectos físicos, intelectuales, espirituales, sociales, etc, logrando que la persona en base a lo obtenido adquiera autonomía y responsabilidad en el caminar de su vida.

Por otra parte para la formación de la personalidad y carácter de los hijos es imprescindible un clima de amor, pero con autoridad, de manera que se logre un equilibrio entre ambos. De igual manera que es fundamental la presencia de estos elementos para la formación ,también es necesario que cada miembro cumpla con su rol familiar para así lograr una relación vital entre padres e hijos, fomentando el desarrollo óptimo de sus miembros generándose en ellos una formación de su carácter y personalidad equilibrada y madura, de lo contrario eso traería como consecuencia una gran inestabilidad familiar, causando trastornos afectivos en los miembros de la familia, especialmente en los niños y adolescentes.

Como ya se mencionó anteriormente el amor es la pauta para la formación ya que este genera en el niño la seguridad, la autoestima logrando así un desarrollo psicológico y afectivo satisfactorio, generando en el confianza para desenvolverse en su entorno con autonomía y esperanza así como con una actitud de reconocimiento y respeto por la dignidad y el valor del otro. La educación de padres a hijos al ser ejercida con amor, autoridad, estimulo, paciencia, asertividad y congruencia da lugar al desarrollo de la libertad con responsabilidad. Es de gran importancia que los padres se expresen con claridad, asertivamente, pero sobre todo que ellos sean congruentes en su actuar y el predicar, ya que tanto la coherencia como el ejemplo son imprescindibles para la formación de los hijos.

En relación a lo anteriormente mencionado la firmeza y la ternura en la educación de los hijos son componentes del verdadero amor, así como es importante lograr el punto medio entre la comprensión y exigencia, confianza y respeto, libertad y obediencia, intimidad y apertura, para así dar lugar al arte de educar con amor y en el amor.

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