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Razones absurdas

Asistimos como familia, una vez más, a otra estación de nuestro acostumbrado Vía Crucis en el Seguro Social. No nos dieron todas las medicinas, pero en cambio se nos acercó una señorita muy amable a proporcionarnos la vacuna contra la influenza, un bonito cepillo de dientes, pastillas para detección de restos de comida y unos preservativos. Eso sí tenían. Muy amablemente —una vez más— la señorita nos advirtió que eso no implicaba una suposición de que mi hija de 14 años y yo andamos en malos pasos, y mucho menos una invitación a hacerlo (por cierto, ¿han visto ustedes los libros de secundaria, la cartilla de salud reproductiva y el libro de Ebrard de adiestramiento en amor libre?).

Me sentí obligado a mencionarle a la señorita que, aunque entiendo que ella lo hace porque es su trabajo, debería estar enterada —por su bien y el de sus hijas, si las tiene— de que esa campaña era perjudicial. En primera porque el preservativo sólo tiene una efectividad del 90%, en el mejor de los casos, como anticonceptivo. En segunda porque, en el caso del SIDA, la efectividad es mucho menor. En tercera porque hay un montón de otras enfermedades para las que no sirve de nada. En cuarta porque, quiéranlo o no, estas campañas sí fomentan el desorden sexual. En quinta porque, un creyente sensato preferiría que su hija se enfermara de SIDA, con tiempo para reconciliarse con Dios, a que se matara, perfectamente sana, en un accidente una noche de regreso de un “after”.

Ya que la señorita había aceptado diplomáticamente nuestra observación, se dejó venir otra, más vieja, más curtida, más capacitada, de más rango, a defender su filantrópica labor.

Me hizo notar que lo embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual son actualmente una epidemia (qué noticia); que los jóvenes, por más que uno quiera reprimirlos, son como animales, incapaces de controlarse —nótese el respeto a los jóvenes—; que ya se sabe que el preservativo es lo único que sirve para prevenir estas perniciosas plagas (¿???????).

Me tomé la libertad de mencionarle que —dato estadístico, no prejuicio religioso— en todos los países en los que se han implementado campañas de reparto de condones, ha habido un aumento de casos de SIDA y de embarazos no deseados. En todos.

Sus réplicas fueron absurdas, surrealistas, dantescas.

Primera.- ¿En qué países? (Esto ya me lo dijo hablando como merolico) Porque usted sabe que en Alemania, por ejemplo, son protestantes.

No entendí la lógica. ¿Significa que las estadísticas de los alemanes no son confiables porque son protestantes? ¿Significa que en Alemania la campaña resultó contraproducente porque son protestantes? ¿Significa que en México la campaña sí va a funcionar porque aquí somos laicos? Como ya dije, no entendí la lógica.

Segunda.- Yo no sé qué creencias tenga usted, pero no todos somos iguales. Es cosa de libre albedrío.

Habrase visto. Un término acuñado por la doctrina cristiana, “libre albedrío”, usado para defender el derecho a promover el libertinaje. O sea que, según esta señora y el que la adoctrinó a ella, tener libre albedrío significa que uno puede hacer lo que le venga en gana, sin que haya nunca consecuencias fatales. No creo que esta señora lo vaya a entender nunca, sobre todo porque no quiere, pero al menos entre nosotros tratemos de poner la cosa en claro. Entiéndase bien: libre albedrío significa que Dios nos da la libertad de elegir entre el bien y el mal; no significa que si uno elige el mal, el resultado va a ser bueno. Y los números son incuestionables: las campañas pro “sexo seguro” han resultado contraproducentes. En países católicos, protestantes, comunistas, musulmanes, ateos, animistas y laicos… en todos. ¿Lo ignora la señora? ¿Lo ignora el que la aleccionó a ella? ¿Lo ignora el director del Seguro Social? ¿Lo ignora el jefe del director del Seguro Social? ¿Cómo es posible que personas tan ignorantes estén en puestos tan altos? O es que lo saber perfectamente, pero tienen razones inconfesables para seguir esparciendo sus creencias nocivas, aún en contra de los datos científicos y del bienestar de la sociedad.