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Gobiernos y “bandas de ladrones”

El título de este artículo, sin pretenderlo, es llamativo y hasta aparatoso. Pero ha de saber el lector que la expresión “banda de ladrones” no es solo noticiosa o de criminología, sino eminentemente jurídica y filosófica. Es enorme la cantidad de reflexiones y escritos sobre el tema en estas importantes áreas. Basta remitirnos a Platón (primer libro de ”La Republica”–Trasímaco); San Agustín (La Ciudad de Dios,IV,4); Juan Jacobo Rousseau (El Contrato Social), Hans Kelsen (Teoría Pura del Derecho y la mayoría de sus libros), y muchos otros como H.L.A.Hart, Carl Schmitt, Joseph Raz, John Rawls, Norberto Bobbio, etc.. “Banda de ladrones” es una noción básica para los estudiantes de filosofía y de derecho y siempre desafiante para los profesionales más avezados. Es una obligación para cualquier profesor en estas materias asegurarse de que sus alumnos la comprendan a cabalidad, pues es indispensable para su formación, particularmente para saber por qué las normas son válidas, para entender el binomio validez-eficacia de éstas así como de las obligaciones y deberes, y sobre todo para distinguir entre la orden de un ladrón, secuestrador o extorsionador y, por ejemplo, el cobro de un recaudador de impuestos (autoridad fiscal).

Ha de agregarse aquí que, contra lo que pueda pensar inicialmente el lector, la diferencia entre “gobiernos” y “bandas de ladrones” es “sutil” y hasta “difícil” cuando éstas se desempeñan sistemáticamente, orgánicamente, y son hasta obedecidas por la población, en un país (ejemplos, entre muchos, la Alemania nazi, la Argentina militarizada, y cientos más en la historia humana), o en un Estado (como Guerrero, México), o en un Municipio (como Iguala, Cocula, u otros).

La tragedia de Ayotzinapa es devastadora. Por falta de espacio, no se repetirán aquí sus principales contenidos. El caso es que nadie puede quedarse callado, salvo los muy austeros, o los comodinos o psicópatas sociales (Volpi recientemente escribió un artículo periodístico “yo no soy tú”. Es a tí a quien secuestran, a quien ofenden, a quien te quitan a tu hijo o hermano, y es “allá”; esto es, no fue a mí, y además yo estoy “acá”. Sí, que quede claro: “yo no soy tú”). Escribo esto y me animo a enviarlo para su posible publicación como un mensaje en una botella aventada al mar, buscando playa, manos, oídos, corazones, conciencias, después de haber escuchado las recias palabras del señor Obispo Faustino el pasado 31 de octubre en el Seminario Conciliar al celebrarse 150 años de nuestra Diócesis de Querétaro y 45 años como patrona de la Virgen de los Dolores de Soriano, orando: “…para que hechos como éstos no se vuelvan a repetir jamás en ninguna parte”.

Ahora, aunado a ello “… y con el mazo dando”, solo añadir: nunca más, ni “allá” ni en ninguna parte de nuestro país, habremos de permitir que “bandas de ladrones” (delincuentes y abusivos de todo tipo) –por sí o en conjunción con otras-, se vistan de candidatos y luego se disfracen de gobernantes para hacer lo que quieran y para mandarnos, ordenarnos, cobrarnos y disponer de todo a su capricho y para su bien particular, familiar, de grupo o de partido. Las muertes y desapariciones de mexicanos, de jóvenes, así, ha de tener sentido, justificación, valía. Esto no fue en vano. México va a cambiar y a transformarse con este dolor y sangre. Y será para bien de todos, y en todas partes.

Por todo ello, la clara diferenciación entre “gobiernos” y “bandas de ladrones” no es solo un conocimiento privativo de juristas y filósofos, sino una exigencia para todo ciudadano. Ante la dificultad de ofrecer aquí mayores explicaciones teóricas o académicas de sustento, remitimos al lector, pues es más que suficiente, a las palabras del Papa Ratzinger en el Reichstag en septiembre de 2011, a la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi y Encíclicas como Gaudium et spes, dichas y escritas en su parte relativa a partir del siguiente texto de San Agustín: “Cuando se suprime la justicia, ¿qué son los gobiernos (“reinos”) sino grandes bandas de ladrones?. Son un grupo de hombres que se rigen por un jefe, se comprometen en pacto mutuo y se reparten el botín conforme a él”.