El título puede provocar interés o curiosidad; o, por el contrario, flojera y rechazo para leer esto.
El ecumenismo es tema religioso, de fe; pero no se conoce mucho y no se practica demasiado.
El ecumenismo es la disposición de acercamiento para diálogo respetuoso y de mutua escucha entre quienes pertenecemos a diferente grupo religioso pero creemos en Jesucristo. Lo que motiva y fundamenta es precisamente la fe en Jesucristo, desde luego con la fe en Dios Trino y Uno.
En esta semana que transcurre del 18 al 25 de enero, se promueve en diferentes Iglesias la oración por la unidad de los que creemos en Cristo Jesús. Desgraciadamente falta conocimiento, difusión y ejercicio, porque falta disposición y formación. Como católicos hemos hecho poco, los sacerdotes no lo incluimos mucho en la pastoral. Lo mismo veo que sucede con otros grupos cristianos no católicos. Fuera de contados casos de relación amable y respetuosa, prevalece la rivalidad y el proselitismo combativo a base de ponderar la propia doctrina y postura y denigrando la contraria.
Sin embargo no hay que perder la esperanza de crecer en la formación y el ejercicio del espíritu ecuménico. Es Cristo quien nos ha de unir, para que hagamos nuestra su oración al Padre: “Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros” (Juan 17,21).
Cuando Jesús pide a la mujer samaritana, en el brocal del pozo: “Dame de beber” (Juan 4,7), más que sed de agua, tiene sed de la fe de la samaritana. Jesús ahora nos pide de beber, tiene sed de nuestra fe y búsqueda de unidad. Superemos los ataques y rechazos. Busquémonos y caminemos juntos, verdaderamente como hermanos en Cristo.
La unidad de fe en Cristo Jesús se exprese por ejemplo en la promoción del valor de la vida, de la libertad religiosa, de la relación conyugal en armonía, de la familia unida, de la búsqueda de la paz y la justicia, de la solidaridad ante las inclemencias, del desarrollo integral para incrementar una vida humana digna, con empleo para todos y mejor pagado, con trabajo realizado con honestidad y creatividad. En otras palabras, la unidad en Cristo se note en toda dimensión de relación humana.