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Quien no cree en Dios, es capaz de creer en cualquier cosa

Justo ahora, que el mundo está tan dependiente de la tecnología, cuando no nos imaginamos, ni queremos saber, cómo se producen los prodigiosos aparatos que utilizamos a diario, queremos buscar algo más allá de nuestra comodidad, algo más allá de este pragmatismo que nos hace sentirnos vacíos.

Dice Chesterton, pensador católico, que quien no cree en Dios, es capaz de creer en cualquier cosa. Y por eso, el hombre moderno busca sorprenderse con hechos sobre naturales, hechos curiosos, se busca a alguien, aunque sea abiertamente un charlatán, que hable de cosas buenas que pueden suceder, que pronostique algo maravilloso de la vida. Se aprecian objetos a los que se le da un valor o un poder mágico, porque se necesita ver algo más allá de lo concreto de la vida diaria. Por un lado, los escépticos, dicen que Dios es un mito creado para llenar este vacío, pero más bien, los que no creen en el Dios que la razón y el espíritu nos hacen reconocer, se atan a pequeños y artificiales sistemas de creencias que les permiten sentirse más seguros, como si en un naufragio quisieran flotar gracias a una paja, mientras que enfrente está una balsa que les espera, una balsa real que no fue creada por el espejismo de su soledad, de su desesperación, sino una balsa real de misericordia.

El aire que respira un ateo o escéptico, habla de su creador, quien lo ama en cada inhalación y exhalación. Su corazón recibe la vida de Dios en cada latido. ¿Cuántos latidos tenemos por hora en un corazón? Dios no necesita clubes de porristas, ni firmas para determinar en encuestas su popularidad y credibilidad. Dios es Dios y es un círculo de infinitud que no necesita de cuestionamientos ni afirmaciones ociosas, solamente hay que respirar en ese círculo su amor y exhalarlo para ser felices. Cualquier truco, juego, fantasía, creencia o leyenda es solo truco, juego, fantasía, creencia y leyenda, objeto milagroso o poderoso en que creerán los que necesitan creer en algo, aunque sea una farsa. Muchos que buscan mirar chispas, mientras tienen dentro y frente a sus ojos, el sol de fuego, que es Dios.