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Amoris laetitia

“Amoris laetitia” -palabras en latín y que en español significan “La alegría del amor”-, es la Exhortación Apostólica que nos acaba de regalar el Papa Francisco a la Iglesia Universal.

Una Exhortación entusiasta y positiva, a la vez que tierna y motivadora, en la cual todas las familias se pueden sentir tenidas en cuenta, tanto las que se esmeran por vivir según el espíritu de Cristo Jesús en su Evangelio, como las que se sienten heridas, confundidas, desalentadas; tanto para incrementar la alegría del amor, como para sanar de los tropiezos y descalabros de la vida y que han dejado huella profunda.

Es también una cálida invitación a los jóvenes, varones y mujeres, ya sea a quienes sueñan como a quienes pretenden descartar o ya han descartado la perspectiva del matrimonio.

No es una condena a quienes viven el amor de manera imperfecta o de manera torcida, sino una motivación para caminar en el proceso del matrimonio natural y como sacramento, que en verdad llena las expectativas y los sueños para colmar la alegría de amar.

Dicha Exhortación es también una herramienta muy sugerente para quienes colaboran en el servicio pastoral en bien de las familias.

Es un texto sólidamente bíblico. Como ejemplo tenemos la profundización que hace del Salmo 128, un salmo nupcial en la liturgia judía y cristiana; o el bellísimo y muy conocido “himno al amor” de san Pablo (1Cor 13,4-7), con abundantes sugerencias que deleitan a jóvenes o a matrimonios de pocos o muchos años de relación conyugal.

Es un texto poético: embelesa a todo aquel que ama y quiere amar más, lo mismo que a quien ha perdido el rumbo en el amor.

Es un texto didáctico: con lenguaje accesible y cercano, motiva desde la psicología, la pedagogía, en un proceso gradualmente creciente y que incluye tanto madurez humana como cristiana.

Como dice el Papa mismo, no se puede leer de prisa. Es necesario leer, dejar la lectura y meditar, luego volver al texto. Hacer anotaciones, identificarse en el proceso, comprometerse a ahondar en la propia vida y relación.

Al Papa Francisco le gusta vivir con alegría: nos había hablado de la Alegría del Evangelio; ahora lo hace sobre la Alegría del Amor.

Dejémonos seducir. A fin de cuentas no por el Papa, sino por Dios que a través del Papa quiere renovar nuestra vida.

El Papa y todos nosotros somos conscientes de las fatigas y tribulaciones de cada día. Pues así como el Papa nos ha convocado a que “no nos roben la esperanza”, ahora lo hace para que no nos roben la alegría, a pesar de tantas maldades en nuestro interior y en nuestro derredor.

El plan de Dios es de alegría. Así Dios nos ama y así quiere que amemos y lo ha sembrado en nuestra mente y en nuestro corazón. Hagámoslo empezando por la propia familia; luego vayamos en familia a otras familias. A pesar de tanta violencia y corrupción, hagamos el pacto de vivir con la alegría de amar.

Una última sugerencia: leamos algunas partes del texto en pareja, en familia o en grupos de parejas y escuchemos los admirables comentarios que brotarán de los demás. Con toda seguridad nos vamos a nutrir unos a otros.