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Enojarse pero no pecar

El la Biblia encontramos una exhortación de san Pablo que dice Efesios 5, 26-27: “Si se enojan, no pequen; que el enojo no les dure todo el día. No le den oportunidad al diablo”. No es problema enojarnos, sino dejar que ese enojo transcurra por todo el día y se mantenga por mucho tiempo y dicho sea de paso, que nos lleve a hacer cosas negativas. Si el enojo crece o se mantienen por mucho tiempo puede dar como fruto el orgullo y el resentimiento y después el odio.

EL ENOJO EN LA BIBLIA

Marcos 3, 4 – 5: Luego preguntó a los otros: — ¿Qué está permitido hacer en sábado: el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla? Pero ellos se quedaron callados. Jesús miró entonces con enojo (µετ→con  οργης→ira) a los que le rodeaban, y entristecido por la dureza de su corazón le dijo a aquel hombre: —Extiende la mano. El hombre la extendió, y su mano quedó sana. Marcos 10, 13 – 14: Llevaron unos niños a Jesús, para que los tocara; pero los discípulos comenzaron a reprender a quienes los llevaban. Jesús, viendo esto, se enojó (ιησους→Jesús  ηγανακτησεν→se indignó. El diccionario de la real Academia Española dice que la indignación es: Enojo, ira o enfado vehemente contra una persona o contra sus actos)  La Biblia si dice que Jesús se enojó. El enojo como tal no es pecado, lo malo es que este enojo se convierta en cólera y rabia y con ello cometamos actos violentos. En el siguiente pasaje NO dice que Jesús se enojó, pero las reacciones lo suponen. En Juan 2, 13 – 17: encontramos ese pasaje donde Jesús saca a los cambistas y vendedores de animales del templo. San Pablo también dice en Efesios 4, 30 – 31: No hagan que se entristezca el Espíritu Santo de Dios, con el que ustedes han sido sellados…alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. En la carta a los Colosenses 3, 8 dice san Pablo: Pero ahora dejen todo eso: el enojo, la pasión, la maldad, los insultos y las palabras indecentes. En la 1 carta a Timoteo 2, 8 dice: Así pues, quiero que los hombres oren en todas partes, y que eleven sus manos a Dios con pureza de corazón y sin enojos ni discusiones.  No es lo mismo enojarse que discutir. La etimología (origen de la palabra) de la palabra discutir es del latín: “discutiré”, y este es derivado de “quatere” que significa “sacudir”. Es decir, “discutir” significa sacudir algo para separarlo. Eso es lo que hacían los antiguos Romanos con las plantas, para separar las raíces de la tierra y ver si las raíces eran sólidas. Es lo mismo que se debe hacer cuando se discute, se sacuden las palabras para ver si el argumento está sólido. Hemos discutido con muchas personas y creo que lo seguiremos haciendo por mucho tiempo. Pero al hacerlo hay que tener cuidado de no llegar al disgusto pues lejos de agregar una solución se habrá agregado otro problema. Enojarse pero no pecar, discutir pero sin llegar al disgusto. La oración y la cercanía a la palabra de Dios y los sacramentos son la ayuda celestial que recibimos de lo alto. El Espíritu Santo es quien nos da los dones de paciencia y comprensión que necesitamos para poder controlar nuestros impulsos. Cuando creas que el enojo comienza a arder en tu ser, comienza a apagarlo con la oración. Cultiva la voluntad mediante mortificaciones y sacrificios para que las emociones y los sentimientos no te controlen. Busca un guía espiritual que sea tu “coach” y te ayude para caminar por el camino de la paz y la armonía. La buena confesión frecuente sin duda será ayuda para saber de tus defectos y buscar la manera de que estos se transformen a virtudes.

Hasta la próxima.

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