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“¿Qué tiene de malo?”

Ocurre en el hogar, en el trabajo, entre amigos. Alguien llama la atención a otro por su comportamiento. Respuesta defensiva casi automática: “¿qué tiene de malo?”

La lista de ejemplos puede ser interminable. ¿Qué tiene de malo poner los pies sobre la mesa, responder mensajes durante la comida, ver programas frívolos en televisión, emplear horas y horas del domingo en un juego electrónico?

En algunas ocasiones, resulta fácil dar una respuesta. A quien pregunta qué tiene de malo limpiarse en público los dientes con la mano respondemos: “Es de mala educación y poco higiénico…”

Otras veces uno se queda con la boca abierta: no hay una respuesta clara, o parece evidente que el otro no quiere cambiar y prefiere seguir adelante en su comportamiento.

En muchos casos el reproche lanzado al otro expresa la sensación de molestia ante algo que, en verdad, no está mal y puede ser tolerado. “¿No puedes dejar de leer en la cama?” Respuesta: “¿Y qué tiene de malo?” “Pues… nada”.

Sí, la respuesta es “Nada…” Pero en algunos de estos casos, tras la petición de que el otro deje de leer en la cama se esconda un deseo de más cariño y diálogo en familia.

Por eso, ante quien pide o sugiere que dejemos de hacer algo, aunque sea tan sencillo como no rellenar un crucigrama al volver del trabajo, no podemos atrincherarnos con la pregunta “¿y qué tiene de malo?”

Lo que sí tenemos que preguntarnos es: ¿por qué me piden esto? ¿Qué desea este familiar o este compañero de trabajo con su reproche sincero? ¿Puedo ceder un poco y retrasar la lectura del WhatsApp para crear un ambiente de escucha mientras comemos juntos?

“¿Qué tiene de malo?” Quizá nada, o quizá mucho, si con mi comportamiento opto por seguir mis gustos y dejo de lado los buenos sentimientos de quienes viven a mi lado.

Por eso, ante esta nueva petición para que haga menos ruido al caminar, o para que no hable mientras mastico, cambiaré mi pregunta: ¿qué gano si dejo de hacerlo para el bien de todos?

Entonces será posible comprender mejor a quien me sugiere algo, y también aprenderé a prescindir de algunas preferencias o comportamientos, incluso inofensivos, para construir una unión basada en el respeto y en el cariño sincero hacia otros.