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¿Existe el demonio?

Las peticiones de exorcismos se han multiplicado en muchos lugares del mundo, y entre ellos en México y en Estados Unidos. El pasado día 11 de marzo el National Catholic Reporter publicó una entrevista al exorcista norteamericano Padre Vincent Lampert en la que el citado sacerdote hacía constar el incremento de la actividad del diablo en su país, lo que ha llevado a muchas diócesis a elaborar programas de preparación de exorcistas ante la falta de expertos en este ámbito.

Este incremento de casos no se debe a que el Señor deje que el demonio actúe con mayor frecuencia o goce de más energía, sino a la aceptación de su palabra y sus obras por cada vez más personas. Los rituales satánicos, la adicción a la pornografía, el narcotráfico, la trata de blancas, son actividades que ennegrecen el alma y dejan la puerta abierta a la acción del Enemigo.

El Papa Francisco también ha hablado en varias ocasiones sobre esta situación, rechazando algunas teologías “buenistas” que pretenden negar las influencias de los ángeles caídos. Recuerdo especialmente una homilía en Santa Marta en la que su predicación, habitualmente calmada, dio un estallido: “A esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios!”.

Lo dice la Palabra de Dios y así lo reafirman los hechos. En México se realizan no menos de cinco exorcismos diarios, y no es el único país en el que el ocultismo y el desprecio a Dios facilita la labor de los demonios: en el vecino del norte crece el número de exorcistas a la vez que son más y más las personas que dejan entrar al diablo en sus vidas y sufren vejaciones, golpes, ataques mentales o incluso posesiones -siendo esto último menos habitual.

Hay que seguir el consejo del Papa y no acercarse a estos rituales. “Jesús nos enseña a no dialogar nunca con el diablo. Con el diablo no se dialoga. ¿Qué hizo Jesús con el diablo? Lo alejaba”.

No es ninguna broma ni superstición. El demonio existe y en la batalla de la vida cristiana es responsabilidad nuestra el bloquearle todas las entradas.

Por Marcelo López Cambronero