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¿El «hijo del violador»? ¿qué tal suena «mi bebé»?

Por Jennifer Christie*

¿El “hijo del violador”? ¿Qué tal suena “MI bebé”? Porque esto es lo que es. Es parte de mí. Tiene mis ojos azules que hacen que toda anciana de la ciudad nos pare en las tiendas y le hagan pequeñas caricias y lo llenen de besos porque parece “simplemente un ángel”.

Pero no es sólo hijo mío. Es también parte del padre que lo está educando y amando; del hombre que lo lleva a la biblioteca y al parque; de la persona que ahuyenta los monstruitos que aparecen antes de acostarse con canciones ingenuas que inventa, con marionetas que fabrica con sus calcetines. Es hijo también de mi esposo.

Es, también, parte de sus hermanos mayores, que lo llevan en bicicleta y juegan con él sin descanso; y es el orgullo de su hermana mayor que lo viste como un modelo de anuncio de Ralph Lauren para presumir ante sus amigas y en el trabajo de la preciosidad de hermano que tiene.

Es también parte de la vida de sus abuelos, padrinos, tíos, nuestros amigos y miembros de la iglesia que frecuentamos, como también de tanta gente alrededor del mundo que le ama aun sin haberle visto jamás, porque sé que rezan por mí y por mi lindo bebé.

Éste es mi hijo, una persona especialmente amada y creada a imagen y semejanza de Dios. No sé cuál va a ser su futuro pero sí que sé que  guarda en sus manos un futuro lleno de amor.

Puedo decir que siempre he sido pro vida. Incluso antes de abrazar la fe cristiana. Sabía que quitar la vida de una persona en cualquiera de sus etapas estaba mal.

Sin embargo, aunque firme defensora de la vida, tenía claro que ese derecho a la vida no se respetaba en los casos de violación o incesto. Allí no cabía defensa alguna.

Entonces, en enero de 2014 fui violada durante mi estancia en un  hotel por motivos de trabajo. Me golpearon tan ferozmente que, incluso ahora, tengo problemas de salud. Me encontraron en el rellano de una escalera, con el único atuendo de un sujetador roto y aterida de frío.

Seis semanas más tarde, sostenía en mis manos una prueba  que indicaba, sin lugar a dudas, que estaba embarazada y todo cambió para mí.

Ya nunca más he visto a los bebés inocentes, concebidos en una violación, como un horrible recordatorio de aquel crimen atroz.

Mi hijo resultó ser una luz y mi salvación en unos momentos de oscuridad que nunca imaginé que me pudiesen ocurrir a mí.

Nunca jamás he vuelto a pensar  que aquellos niños concebidos en un acto de violencia deban ser abortados para acallar el trauma. La ciencia avala que no existe un gen violador. Esos niños merecen su oportunidad, merecen disfrutar de su derecho a la vida y nosotros no podemos sino darles todo nuestro amor.

Mi hijo no es un recuerdo del trauma que pasé sino mi seguro de vida y mi gran regalo para continuar sobreviviendo a aquella pesadilla que sufrí. Juntos, con toda mi querida familia, lo conseguiremos.

*Jennifer Christie es madre de cinco hijos, el más pequeño fue concebido tras una brutal violación. Es también bloguera de salvar el 1 (save the 1).