Se olvidan de pedir disculpas a los millones de cristianos que diariamente ven cómo son mofa y escarnio por parte de ciertos políticos, artistas, intelectuales y comunicadores.
Estamos asistiendo a un constante goteo de sangre por parte del fundamentalismo islámico como reacción frente a las caricaturas que sobre el principal profeta del mahometismo se llevó a cabo el año pasado en un diario danés. Sus objetivos y desarrollo se encuentran previamente estudiados a la perfección a lo largo y ancho del mundo coincidiendo con el rearme nuclear iraní y la llegada al poder del grupo terrorista Hamas. Nada se ha dejado al azar.
En Europa se llevan a cabo debates acerca del derecho a la libertad de expresión que choca claramente con la mentalidad islámica; a los hechos me remito. Sin embargo, tal derecho fundamental tropieza de bruces frente a otro no menos importante, el derecho a la libertad religiosa y, este último, tiene su manifestación en el respeto por aquellos elementos que integran la fe o credo de una religión.
Curiosamente la clase política y mediática se lleva sorpresivamente las manos a la cabeza con la reacción airada del mundo musulmán y lanzan "dimes y diretes" entre los partidarios de la libertad de expresión a cualquier precio en el tema religioso, por supuesto, y los que se excusan ante los imanes y muyahidines que se crecen ante los perdones de los siempre arrogantes rumi (occidentales por extensión), pero se olvidan de pedir disculpas a los millones de cristianos que diariamente ven cómo son mofa y escarnio por parte de ciertos políticos, artistas, intelectuales y comunicadores en España sin ir más lejos.
No hace mucho la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada puso los datos sobre la mesa al denunciar el asesinato –por odio a su fe cristiana- de 140.000 personas el pasado año además de las múltiples prohibiciones para llevar un crucifijo, una Biblia o construir una iglesia por ejemplo en países comunistas (China, Cuba, Vietnam) mahometanos (Nigeria, Indonesia, Sudán, Arabia Saudita, Irán, Pakistán, Eritrea, etc.) o mitad y mitad (Turquía, Bielorrusia, Turkmenistán, etc.). Y la respuesta ha sido la palabra y el perdón, no el derramamiento de sangre. Al menos hasta ahora.
La idea que quiero dar a entender es bastante clara: O todos moros o todos cristianos. Quien tenga oídos para oír, que oiga.