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Sobre moral sexual

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A raíz de una plática entre tres amigos sobre moral sexual.

Estimado amigo:

A propósito de nuestra plática de ayer.

La moral sexual católica no es algo que surja espontáneamente; no se deduce de la observación de la realidad física o social; para entenderla hay que contemplar la dimensión trascendente del hombre, el hecho de que el hombre está llamado a ser imagen de Dios y a disfrutarlo por toda la eternidad. En ese caso, la pregunta para definir este sistema ético no es ¿qué se debe hacer para alcanzar la felicidad en este mundo? sino ¿qué se debe hacer en este mundo para garantizar la felicidad eterna? La Iglesia en su catecismo acepta que nadie está obligado a conocer a Cristo, pero todo mundo está obligado a buscar la respuesta al sentido de la vida por todos los medios a su alcance, y Dios pedirá cuentas por la ignorancia voluntaria del que se dejó llevar por la corriente o por el instinto, fingiendo que nunca se enteró de la existencia de Dios y de su voluntad. En ese sentido, la expresión "es completamente natural" no es válida para desobedecer un mandamiento de Dios: somos seres naturales, pero tenemos una dimensión trascendental y tenemos una revelación y una inteligencia para descubrirla.

La misma ley natural nos habla del peligro de la promiscuidad y la fornicación (el uso del sexo como diversión). Hasta en los pueblos que no conocen a Cristo y hasta entre rockeros irreverentes (recuérdese el caso Mike Jagger) los padres tienden a cuidar a sus hijas de abusos y de desenfrenos, intuyendo los peligros que el sexo sin restricciones puede acarrear. En el catolicismo, la moral sexual no es sólo un medio para evitar peligros y problemas, sino una fórmula para hacer de la atracción natural entre el hombre y la mujer un camino de santificación, una ocasión para participar en la experiencia del amor incondicional y eterno de Dios en la relación trinitaria, por eso es todavía más exigente.

La naturaleza nos empuja al amor libre; los mandamientos de Dios nos mandan la continencia. Decir que tenemos que resignarnos a que los adolescentes practiquen el amor libre porque es natural, es como resignarnos a que los políticos practiquen el peculado y la corrupción, los empresarios practiquen la explotación, los violentos practiquen el asesinato, los necesitados el robo y los ofendidos la venganza, porque "es natural". En sociedades primitivas (hay quien dice que en muchos lugares de México) se practica regularmente la violación, porque es un instinto natural. Para superar nuestra naturaleza animal y convertirnos en seres humanos y a continuación en seres divinos, Dios nos da su redención, sus sacramentos y sus mandamientos.

Una postura muy común entre paganos es cuidar a la hija y darle rienda suelta al hijo. En esta situación a la hija no se le cuida porque fornicar sea malo, ya que en ese caso también se cuidaría al hijo, sino porque es peligroso y porque la hija es propiedad del papá. Es como decir: sí es un objeto sexual, pero es mío, no de cualquiera. En este caso, aunque se protege la integridad física de la hija, se incurre en pecado de discriminación, de posesividad y de machismo; se trata a los hijos como animales y a las hijas como posesiones. En algunos casos trae beneficios prácticos, pero dista mucho de cumplir con el espíritu de la verdadera moral. Es el caso de las niñas que, en el instante en que logran burlar la vigilancia, meten la pata.

Explicar el porqué de la prohibición del uso del condón por parte de la Iglesia es todavía más difícil, pero la raíz es la misma: el sentido de la religión no es usar a Dios para pasarla bien en el mundo, sino usar la vida en el mundo para alcanzar a Dios. De cualquier modo, a nivel terreno, el condón sigue sin ser la solución. No es 100% seguro para evitar embarazos y mucho menos para evitar el SIDA. Existen además enfermedades contagiosas, incurables y dañinas que se propagan por el puro contacto físico de las zonas alrededor de los genitales. Obviamente para estas enfermedades tampoco sirve el famoso condón. En países más desarrollados y supuestamente más avanzados en el camino de la liberalidad, hay grupos que están empezando a rescatar la continencia antes del matrimonio y la unión con una sola pareja como la única solución para evitar embarazos no deseados, el SIDA y otras enfermedades. Incluso sin ser católicos, en EEUU hay jóvenes que voluntariamente, en una ceremonia civil, hacen una promesa de mantenerse vírgenes hasta el matrimonio y serle fieles a su pareja una vez casados, como un servicio a su salud y un acto de amor a la persona que algún día será su pareja. Contra lo que el mundo pensaría, muchos lo están logrando, desmintiendo rotundamente esa creencia que afirma que es imposible pedirles continencia a los jóvenes. La razón de esta nueva corriente entre civiles y en instituciones gubernamentales es que todas las campañas de distribución y promoción del condón resultaron en más embarazos adolescentes y más contagios de SIDA. La relación es casi directa. Si tú le dices a un muchacho que es perfectamente normal que tenga relaciones sexuales, pero que debe usar el condón para no tener nada que temer, prácticamente, aunque quieras ser moralmente neutral, lo estás animando a seguir sus apetitos. Así pues, estas campañas aumentan en un cierto porcentaje el uso del condón, y aumentan en un porcentaje mayor (siempre mayor) la práctica del amor libre, como equivocadamente se le llama a la fornicación.

Un caso muy interesante es el de los países africanos. Estos países están siendo devastados por el SIDA debido a la práctica de la promiscuidad y de la poligamia. El único país que está teniendo resultados significativos en la lucha contra el SIDA es Uganda. Este país tiene la peculiaridad de ser el que tiene mayor porcentaje de católicos, y es también el único que está haciendo una fuerte campaña para promover la continencia, la monogamia y la fidelidad.

Toda información que se da a los jóvenes acerca de la sexualidad tendría que incluir la mención de la continencia, si no como única opción (que sería lo más recomendable), al menos como la primera opción o como una opción posible. Aplicando los criterios de la naturalidad y del sexo seguro, habría sido perfectamente aceptable que tu hija te dijera: "Papá, ya me estoy acostando con este drogadicto, pero no te preocupes, los dos somos jóvenes, los dos estamos de acuerdo y estamos usando condón, no hay ningún problema, todo queda en un rato de placer y de desahogo de nuestros impulsos juveniles".

Por último: es curioso que, siendo la religiosidad parte inmanente de la naturaleza humana y un derecho inalienable que han practicado muchos gigantes de la ciencia y del humanismo, en nuestro medio se siga considerando como un insulto la palabra "persinado". No tengo datos estadísticos, pero apostaría lo que fuera a que han causado mucho más daño a la humanidad las personas que no se persinan que las que sí. Persinados han sido Jesús y María y todos los demás santos, y la Madre Teresa y todas sus miles de seguidoras que todos los días por todo el mundo dan la vida por llevar ayuda a los más necesitados. Mi familia y yo y muchos amigos nuestros somos muy persinados, y muchos de ellos son gente muy buena y muy exitosa. En México se desprecia mucho la piedad, sin ver que los que hicieron por enseñarnos a despreciarla (los gobiernos emanados de la masonería) son los mismos que nos llevaron a niveles mundiales de dependencia, de pobreza, de injusticia, de corrupción y de ignorancia. El día que la mayoría de los mexicanos comiencen su día persinándose en el nombre de Dios, México tendrá al fin una oportunidad de desarrollarse en la civilidad. Mientras sigamos viendo la religiosidad como una lacra o un fruto de la ignorancia, seguiremos haciéndole su juego a estos personajes y poniendo nuestro país en sus manos.

Walter