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El arte como encuentro

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El lugar de la educación artística deja mucho que desear.



En la ciudad de los fados, donde la melancolía y la nostalgia se entrelazan con las pequeñas historias de la vida, se acogerá en el actual mes de marzo una conferencia mundial sobre educación artística en la que cerca de trescientos expertos debatirán sobre el “desarrollo de las aptitudes de creación en el siglo XXI”. Que profesores, artistas e investigadores, participen en el encuentro, con todo el potencial de su sabiduría, es una buena manera de celebrar la existencia y de unir sensibilidades. Sin duda, el arte es el refrendo de la humanidad. Algo que nos conviene cuidar y cultivar. Si este sentido lo tuviésemos en forma, no dejaríamos que monumentos, sobre todo Iglesias y Monasterios, estuviesen dejados de la mano protectora. El arte tiene el alma herida por el abandono o injertado el virus de la mediocridad en vena.

Una cosa es lo que se dice y otra, muy distinta, lo que se hace. El lugar de la educación artística en nuestras sociedades, y principalmente en los sistemas educativos, como elemento fundamental para el desarrollo de la creatividad y del diálogo entre las culturas, deja mucho que desear. Actualmente, creo que el mundo es más de las ciencias que del arte. Error gravísimo. Porque el arte es el gozo de la verdad que penetra y traspasa bondades a un corazón que necesita de estas caricias. Precisamos respirar creaciones y recrearnos para creernos vivos, ser amantes de la vida y vividores de viajes donde saciar el corazón para crecer por dentro. El arte tiene todas las papeletas para uno sentirse bien y hallarse mejor.

Encuentro con el arte, siempre. En cuanto al desarrollo de la creatividad artística, la considero una necesidad humana, por pura ley de gravedad o derecho a la veracidad, para no dejar de ser humanos y abandonarse a las rejas de la farsa. Comprenderá el lector, pues, mi regocijo de que la ciudad de los fados concentre cultos a la cultura del arte para que el escenario de la vida se torne más verso que euros y más armonía que hostilidad. Nos viene bien adentrarnos en este mundo de sensibilidades, cuando el corazón lo hemos perdido de tanto envenenarlo por la mentira. Espero que esta junta de amantes de lo creativo tome el universo por montera y la tierra por cultivo. Que su voz venza y convenza para purificar nuestra mirada sobre la realidad que soportamos a diario. El interés, el egoísmo o la búsqueda desenfocada de poder, de bienestar o de sí mismo, nos ha cegado la ternura de lo auténtico.

Veo muy bien, en suma, que se fomenten aptitudes de génesis, porque en esos sensibles talentos germinan valores humanos y anímicos; base indispensable para que florezca en verdad un fruto moral, que nos renueve la savia y renazca noble. Que se extienda el porte de la nobleza, que buena falta nos hace ennoblecernos en generosidad y rango humano. Por ello, lo de purgarse con la habilidad artística, entiendo que es un clarividente refugio y un evidente beneficio al bien común, puesto que quien amasa belleza, o le amansan con la belleza, ha conseguido la más nívea de las cátedras: el arte de educar.