Son demasiadas veces las que todos lo hemos escuchado; a veces de refilón, demasiadas directamente.
En conversación con otros adultos, unos padres comparaban a un hijo con otro. Sin importar qué rol correspondía al niño o a la niña, al mayor o al menor, aunque lo más frecuente es que sea chica primogénita la “torpe estudiosa” y chico benjamín el “vago inteligente”, el diálogo era más o menos así.
– “Éste es mucho más capaz que el otro, pero no quiere. Al otro le costaba más aprobar, estaba todo el tiempo repasando y empollando. Pero éste nunca ha necesitado estudiar nada; ahora parece que no quiere. Pero si quisiera…”.
Estimados padres y madres:
1º Querer es poder: si se quiere, se puede y si no se quiere,… no se puede. Es la voluntad, y no la capacidad, el elemento decisivo del éxito académico y profesional.
2º En Primaria, estudiando poco o mucho, se aprueba fácilmente. Pero sólo los que estudian (ésos a quienes aparentemente “les cuesta”), son quienes logran hábitos y base para proseguir estudiando.
3º Destierren la idea de que un alumno sea “holgazán y listo”… si despreciando sus estudios demuestra que ni siquiera entiende cómo determinarán todo su futuro.
4º No comparen nunca y sí estimulen desde la más tierna edad en todos sus hijos e hijas el esfuerzo y la aplicación en su primera obligación que es… ESTUDIAR.