El hombre es un "animal generador de cultura" con capacidad de pensar y estrategias para aprender ante situaciones nuevas que van allá de su registro genético y el animal que ha recibido el "don de amar y ser amado".
En el tiempo en el que vivimos, una época tremendamente cambiante y con una sensación de vacío en sus raíces, donde las "grandes ideas globales" y los modelos de identificación, las grandes teorías y planteamientos de comprensión han caído en gran medida. Además, van surgiendo sin excusas posturas que rayan en el individualismo, el narcisismo, la autoafirmación sin referencia al grupo y a los otros, la falta de utopías, la insolidaridad, el rechazo hacia lo religioso como algo alienante que aleja al hombre de su dimensión más humana, el desprecio hacia el futuro y la reacción hacia objetivos a largo plazo, el apego hacia las apariencias y la moda, la competencia cada vez más despiadada y el dominio casi exclusivo de la máquina, el afianzamiento de la economía de mercado y la comprensión de las desigualdades como algo necesario e imposible de solucionar, el ocio como reclamo necesario frente a toda exigencia y sacrificio, el culto al dinero y al poder como las únicas realidades seguras de cimentar una vida sin grandes creencias y planteamientos racionales de lucha… En definitiva, una sensación de cambio vertiginoso que van dejando a muchos hombre y mujeres en la "cuneta del desequilibrio y el desajuste emocional". Y es entonces, saliendo de su propio silencio, cuando brota, aunque quieran encarcelarla, la pregunta más radical de la propia existencia del hombre:"¿Qué es el hombre? ¿Hay diferencia cualitativa entre el hombre y el resto de los animales?
El hombre es un "animal generador de cultura" con capacidad de pensar y estrategias para aprender ante situaciones nuevas que van allá de su registro genético y el animal que ha recibido el "don de amar y ser amado". Pero sobre todo, el hombre es el "animal que se interroga", un interrogante que camina por la vida. El hombre es una pregunta que brota en cualquier momento existencial y surge el tan inquietante ¿por qué?: ¿Por qué existe el mal? ¿Por qué estoy aquí en el mundo? ¿Qué hay más allá de la muerte? ¿Por qué existe el ser y no la nada? ¿Qué es el ser humano? ¿De dónde venimos? ¿Adónde voy? ¿Dónde alcanzar la auténtica felicidad?….
A decir verdad, la postura agnóstica es un atentado hacia la misma dimensión existencial del hombre, ya que se instala en la realidad presente y finita como la única existente, ahogando las preguntas últimas tachándolas como absurdas, sin sentido y sin respuestas. Y esta postura, tan en boga en nuestros días, no sólo se niega a la evidencia de la misma andadura prehistórica e histórica de la humanidad sino que atenta contra el sentido último de los sentimientos.
Lo importante debe ser suscitar preguntas últimas e interrogantes profundos, que ayuden a superar posturas superficiales, pragmáticas y evasivas. Lo que realmente hará más humano al hombre es germinar preguntas existenciales, que hagan más poco "satisfecha" la vida social y personal, mirando no tan complacientes los criterios de moda y de la cultura dominante. Séneca afirmaba que "no puedo decirte quiénes me irritan más, si los que quieren que no sepamos nada o los que ni siquieran nos dejan ignorar", y bien sabemos por experiencia propia que la vida posee ciertas incógnitas que ni el estudio ni el razonamiento, ni la experimentación ni las más grandes sabidurías humanas pueden desvelar. Y el ser humano tiene derecho a que nadie, en nombre de ningún poder ni autoridad científica, quiere desvelárselo.
Uno de los intelectuales que han descubierto el valor de las preguntas existenciales ha sido MIGUEL DE UNAMUNO. Unamuno se preguntaba los grandes interrogantes de la vida, tales como ¿quién soy yo? ¿de dónde vengo?, ¿hacia dónde voy?, ¿cuál es mi destino?, ¿qué habrá después de la muerte?, ¿por qué me resisto a desaparecer para siempre?, ¿tiene meta y sentido el ansia de inmortalidad que llevamos dentro?,… Y desde estas preguntas vitales trata de encontrar a Dios desde la más absoluta duda en un clima de agonía, en pleno combate. Su búsqueda es mezcla de lucha e incertidumbre, que le lleva a rebelarse ante todo lo establecido y ante la misma realidad.
Hoy, en nuestra sociedad, donde los valores de moda son el consumo, la insolidaridad, el hedonismo, la competencia más atroz, el materialismo, la adoración del cuerpo … parece que arrincona los grandes interrogantes vitales como absurdos y poco eficaces para la preparación técnico-profesional de los ciudadanos, pero ella misma abre la ventana para que busquen "sustitutos enfermos" que amenazan la misma estabilidad social y humana de la vida, porque los hombres que se niegan a ver más allá de las apariencias y se niegan a las creencias y a los mismos sueños atentan contra la misma dignidad del ser humano, que siempre ha soñado más allá de su propia pequeñez y ha mirado más allá de lo que simplemente palpa y toca. A fin de cuentas, solamente las preguntas existenciales, que enlazan con la búsqueda de sentido global último a la vida, son las que nos harán más humanos y más sedientos de perfección.