La foto

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La santidad de una sola persona nos mueve a todos a la santidad. Esta era una virtud de la Madre Teresa. Su santidad nos envolvía. Esparcía por doquier el dulce aroma de Jesús.

 

Dios no escatima medios para salvarnos. El ejemplo que nos brindan los santos es uno de ellos… Viendo su pequeñez, casi gritaron al unísono: “Tú eres Dios y nosotros simples mortales, ¿qué puedes esperar de nosotros? Y el buen Dios, sin hacerse esperar, les hizo entender. “Lo que busco es tu amor y tu confianza. No pido más”.

Te contaré una anécdota sobre la forma como Dios nos mueve a la santidad de las maneras más insospechadas:

En mi oficina tengo una foto. Todo el que llega tiene que ver con ella.

—¿Es usted?—me preguntan.

—No—respondo—Es mi papá.

Aparece feliz, sorprendido y algo ilusionado, al lado de la Madre Teresa de Calcuta.

Es como una foto imposible.

Entonces les cuento la historia:

“Mi papá trabajaba en una aerolínea. Cierta tarde lo llamaron desde el aeropuerto. El empleado, con voz angustiosa le consultaba. Tenían a una ancianita que había perdido su vuelo a Guatemala.

—No sabemos qué hacer con ella. ¡Es increíble!… no trae maletas, ni dinero, ni nada.

Mi papá confundido le preguntó:

—¿Al menos saben el nombre de esta señora?

—Oh sí… es la Madre Teresa de Calcuta.

Ya puedes imaginar lo que sintió mi papá. Abordó el primer taxi que encontró y se dirigió al aeropuerto. Atendió a la madre Teresa, le consiguió un vuelo a Guatemala y se fue con ella… Durante el viaje hablaron. Nunca supimos de qué, pero lo podemos suponer. Mi papá le pidió algo para recordar su encuentro y ella le escribió esta frase en un librito de oraciones:

“Sé santo, porque Jesús que te ama es santo”.

En Guatemala trabajaba el jefe de mi papá. ¿Sabes cuál era la mayor ilusión de su vida? Pues conocer a la Madre Teresa. Y mi papá se la presentó. Fue el día de la foto. El jefe de mi papá dejó todo lo que hacía, y acompañó a la Madre Teresa hasta su destino final.

Me han contado la alegría inmensa con que este hombre iba, junto a la Madre Teresa, en ese viaje de horas interminables.

Esa es la historia de la foto.

Hay algo más que debes saber sobre ella. Fue uno de los tesoros que conservaba mi papá al momento de morir. Por eso la guardo como tal: un tesoro.

Es increíble, un encuentro casual y ha tocado tantas vidas. La mía, la de mis hermanos, la de mi mamá, la de mi papá y ahora la tuya.

La santidad de una sola persona nos mueve a todos a la santidad. Esta era una virtud de la Madre Teresa. Su santidad nos envolvía. Esparcía por doquier el dulce aroma de Jesús. Y no dejaba de recordarnos que Jesús, el Amado, vive en los pobres. En ellos nos espera.

Tengo la foto aún en mi oficina. Allí la podrás ver. Sin embargo no olvides que lo verdaderamente importante no se puede ver. Y es el amor que pones en las cosas pequeñas. En lo sencillo. Esto es lo que nos hace santos. No la multitud de cosas que hacemos, sino el amor que ponemos en cada una.

¿Te has dado cuenta? Eres un santo que inicia su camino. La Madre Teresa lo sabía, por eso su mensaje, el que escribió en una pequeña página, también era para ti: “Sé santo, porque Jesús que te ama es santo”.