La "preferencia sexual" de un individuo está mereciendo más tinta y más reflectores que el futuro de la economía de una nación.
En fechas recientes, muy cercanas la una de la otra, aparecieron dos noticias en la prensa nacional. El Economista del día 20 de febrero informó de la situación mexicana en el Índice de Crecimiento Económico que anualmente publica la firma Goldman Sachs. Entre 133 economías analizadas en dicho índice, México ocupa el lugar 59. Para calificar las economías nacionales, los analistas usan 13 criterios. Nuestro país sólo va bien en tres de ellos: Control inflacionario, deuda externa y equilibrio público. Lamentablemente la falta de desarrollo en los otros 10 tiene atado a México en una situación que, según Goldman Sachs, tardará 40 años en componerse. Se trata de un círculo vicioso: males que causan males que causan males, ad infinitum. Por ejemplo: deficiente educación secundaria y media superior, ínfima inversión en investigación y desarrollo, baja expectativa de vida, corrupción rampante, inestabilidad política, para mencionar sólo los más urgentes. Esta noticia apenas logró unos cuantos encabezados en la prensa. Pocos días después apareció la noticia de que un integrante de la conocida banda rapera RBD, había confesado públicamente su homosexualidad. Esta información, al contrario de la anterior, sí que levantó polvo, y la llegada del músico al aeropuerto del DF originó tremendo tumulto, con fans, reporteros y cámaras peleando por acercarse al interfecto y sacarle una declaración al respecto.
Creo que a cualquier ciudadano le queda muy clara la diferencia de grados de importancia y trascendencia de las dos noticias. La primera habla sobre el futuro de la nación, y aparentemente debería provocar un serio proceso nacional de reflexión al respecto. La segunda es amarillismo químicamente puro. Pero parece que precisamente por eso el asunto de la "preferencia sexual" de un individuo está mereciendo tanta tinta y tantos reflectores. O puede tratarse de logros mediáticos de los "lobbies" homosexuales, que, como bien advierte el Evangelio, "son más sagaces que los hijos de la luz".
Quizás también la debilidad nacional para sucumbir ante la intrascendencia debería ser incluida entre los puntos a considerar en el desarrollo de los países.