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Entrevista a la Doctora Mª José Pou Amérigo

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Es especialista en el análisis del discurso periodístico, en especial, el referido a la realidad religiosa, sobre lo que ha publicado diversos trabajos.

Doctora en Ciencias de la Información y profesora de Información Religiosa Especializada en la Universidad Cardenal Herrera-CEU de Valencia (España).

Es especialista en el análisis del discurso periodístico, en especial, el referido a la realidad religiosa, sobre lo que ha publicado diversos trabajos: El Nuevo Catecismo en la prensa, 1993; El declive periodístico de Wojtila. Los rumores en torno a la salud del Papa en la prensa española, 1997. El ciberperiodismo en la agonía y muerte del Papa. El weblog y la intervención no profesional, 2005; Enfermedad del Papa y credibilidad periodística, 2005. Entre otras más.

También ha sido profesora de Familia y Medios de Comunicación en el Instituto Pontificio Juan Pablo II para el Matrimonio y la Familia y en la actualidad imparte un Curso de Doctorado sobre el tema dentro del Programa “La protección de la Familia en el siglo XXI”

¿Cómo definir al periodismo religioso?

Yo prefiero hablar de “Información Periodística Especializada” (IRE) y distinguirla del “periodismo religioso” aunque, a menudo, usamos ambas con el mismo significado. La primera se refiere a toda información, publicaciones, secciones y periodistas que tratan sobre el hecho religioso mientras que la segunda se reduce al periodismo al servicio de los fines religiosos.

La diferencia radica, a mi modo de ver, en la finalidad y el destinatario, esto es, la IRE tiene como objetivo ofrecer una visión completa de la realidad social en la que necesariamente hay una presencia de las creencias tanto a nivel individual como colectivo. Es, por tanto, un servicio a la sociedad en su conjunto. La segunda, en cambio, presta un servicio a los creyentes de una comunidad y busca propagar una fe. El primer tipo de información es el que suele haber en la prensa generalista y el segundo en las publicaciones dependientes de una entidad religiosa.

¿Cuáles son las fortalezas de un periodismo religioso para los medios de comunicación y cuáles son las debilidades?

Lo señalado antes es, a mi modo de ver, el problema de raíz en el tratamiento de lo religioso, esto es, la consideración del factor religioso como inherente al ser humano y a la sociedad humana. Es un error considerar que lo religioso debe quedar en el ámbito privado y, por tanto, el periodista debe ignorarlo. La realidad nos demuestra que lo religioso está presente, hoy más que nunca, en la vida social y que tratarlo es un modo de ayudar al lector a ser consciente del mundo que le rodea. Por ejemplo, es impensable un análisis de la geopolítica mundial actual sin tener presente la religión. El problema es que se presenta siempre vinculado al conflicto por lo que la reacción lógica es procurar su extirpación de la vida social. Además hay cierto desconocimiento de las comunidades religiosas, de los principios que rigen sus opciones vitales, etc. Pero creo que el principal problema es la forma de interpretar la realidad.

¿Cómo puntualizar a las fuentes de información religiosa?

En ocasiones las fuentes vinculadas a entidades religiosas intentan utilizar el mismo registro que en su ámbito habitual y creo que se produce una incomprensión mutua. No se puede hablar igual en un púlpito que ante una cámara de TV. No porque se tenga que cambiar el contenido, ni mucho menos, sino porque se tiene que adaptar la forma. Del mismo modo el profesional ha de estar preparado –de ahí la importancia de incluir este contenido en la formación de los periodistas- para entender la realidad religiosa. Nadie se plantea informar de una crisis en la Bolsa sin saber nada de economía en cambio sí se siente uno capacitado para ofrecer información religiosa sin saber qué significa, quién es quién, qué importancia tiene.

¿Cuáles son los retos de un periodista religioso ante la información, los medios de comunicación y el campo laboral?

Creo que lo más importante es reconocer un campo de especialización con mucho futuro habida cuenta de los fenómenos de interculturalidad y multiconfesionalidad religiosa del mundo contemporáneo. Un buen periodista del siglo XXI, no del XX, requiere conocer el mundo religioso sin prejuicios, no porque los prejuicios puedan perjudicar a una entidad religiosa o a otra sino porque un periodista con prejuicios sufre miopía. Miopía tanto en el ámbito político como en el social o en el cultural. El periodista y el universitario son personas abiertas a una comprensión amplia y profunda de la realidad. Por ello, un periodista que ha pasado por las aulas universitarias tiene un doble compromiso con su entorno: comprender y hacer comprender. Eso poco tiene que ver con adoctrinar.

María Velázquez Dorantes (México)