Hoy en día se siente con pena ajena, mucha vergüenza que el ser deshonesto es algo común y corriente por parte de personas que están al frente de un servicio público.
Salió a pleno día, donde el sol calentaba más, el filósofo cínico Diógenes llevando en la mano una vela y farol buscando hombres honestos y de tanto caminar, regresó frustrado pues no encontró ninguno.
Hoy en día se siente con pena ajena, mucha vergüenza que el ser deshonesto es algo común y corriente por parte de personas que están al frente de un servicio público. Pareciera que robar, agarrar, apropiarse es algo común y que brilla por su ausencia un castigo y se profundiza, casi al 98% de impunidad. A esto se agrava más cuando el propio gobierno afirma que robar no es malo y que por necesidad se puede invadir y asumir posturas ilegales. Y aquí está lo más grave. Por ejemplo se ha escuchado que eso de llevar maletines con dinero sucede en todos los aeropuertos del mundo. Que es algo muy común y cómo no sucedió en Venezuela sino en otro país no hay que abrir ninguna investigación. Observen el caso del Padre Palmar. Caso tan triste donde se han cerrado todos los canales de investigación y ahora el que va a estar preso es el denunciante.
Pareciera que ser honrado, vivir de forma cristiana es un grave error y que la mayoría de los venezolanos son deshonestos. Eso es terrible y da pie al crecimiento indetenible de la delincuencia. Ayer me decía un señor del barrio: mire padre, yo apoyé a este presidente y estoy haciendo todo para que siga adelante. Pero llevo ya dos años buscando una ayuda para poder operar a mi mamá y no he encontrado ninguna ayuda. Ahora estoy leyendo eso del maletín y me produce una gran rabia. Ellos si tiene dinero. Lo llevan y lo regalan. Pero para nosotros no hay nada.
La honradez es el respeto por uno mismo y es la seguridad de que "Ellos" se manejan con pulcritud. Cuando no hay honradez nace el irrespeto por la propia persona y por los demás. Vivir en la honradez es la seguridad que a todos les llegará, no tanto los ofrecimientos, sino lo que en justicia les pertenece. Es decir, la verdad quiere vivir en la luz, mientras que lla deshonestidad busca la sombra, el encubrimiento, el ocultamiento… Es una disposición a vivir en la oscuridad.
Hoy por hoy, me preguntó: ¿Por qué alguien querría ser deshonesto? Si, todos, por muy tontos que seamos, sabemos que todo lo oscuro y de las sombras será gritado desde las azoteas. No hay nada oculto que no llegue a saberse. Vivir esa condición es saber que será castigado. Llamaría la atención sobre la forma como estamos educando a nuestros hijos. Nuestros hijos meten las manos en la cartera de mamá y toman dinero para chucherías. Ese acto es robo y si la mamá no toma una decisión para detenerlo y hacerle caer en la cuenta de su mal proceder. Se estaría en un acto de alcahuetería simple y mantenida.
Por lo tanto, es muy peligroso y cuidado si no una bomba de tiempo que puede explotar en la cara de quienes se han montado en el poder gritando honradez. Porque, de forma muy particular, creo con mucha preocupación que mantener toda esta situación donde quien actúa mal se le premia, se le defiende y crece de forma desmedida la impunidad, es una situación muy mala para una sociedad que va perdiendo sus valores y crece en enfrentamientos, homicidios, robos y las cárceles tiene una súper población alimentada por este estado de cosas.
Es la honradez que buscaba el Profeta Jeremías, quien caminó las calles de Jerusalén en el encuentro con una persona que viva en la verdad. Es esa verdad que queremos vivir en una Venezuela que en la escala mundial está muy mal parada. Todos, debemos de manera urgente, cultivar la virtud de la honradez. Saber vivir en la verdad para que esa verdad sea más que una consigna, una vida plena en acción y trabajo.
Hay que actuar en honradez, ya que la falta de honestidad hace perder la fe de que se pueda vivirse en decencia. No hay que dejar para mañana lo que define a la persona. La verdad es tan necesaria como el aire para la vida.
Si hoy nos educamos en la honradez, mañana tendremos más funcionarios y dirigentes serios y amantes de la verdad.
Padre Marcelo Rivas Sánchez (Venezuela)