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¿Basta con creer que está bien y/o tener dudas razonables?

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Entre los argumentos que se han dado para defender el "derecho" de las mujeres a solicitar un aborto está el de que no hay consenso universal respecto a su carácter criminal.

Javier Algara Cossío (México)

Entre los argumentos que se han dado para defender el "derecho" de las mujeres a solicitar un aborto está el de que no hay consenso universal respecto a su carácter criminal.

O sea, que hay personas que consideran, sinceramente, que la vida humana no existe en un embrión que aún no alcanzado cierto grado de desarrollo, y que por tanto a esas personas no debería impedírseles el acceso al aborto, ni considerarlas criminales en caso de hacerlo.

Añaden quienes defienden esa posición que la Iglesia sólo puede prohibir el aborto a los que creen en sus dogmas, pero que no pueden obligar a los no creyentes a actuar de acuerdo a esas enseñanzas.

Piden, consecuentemente, que del mismo modo como ellos, los defensores del aborto, respetan el derecho de las mujeres católicas a proseguir con sus embarazos no deseados en obediencia a su fe, así los católicos deben de abstenerse de tratar de forzarlos a ellos a declinar su derecho a elegir. La conclusión es que la creencia personal es lo que hace que una cosa sea buena o mala, que un acto constituya un crimen o no.

Esta forma de pensar es tan atrayente al común de las personas que incluso la decisión de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos se fundamentó en ella al fallar a favor del "derecho" al aborto en el sonado caso de Roe vs. Wade en 1973. El Magistrado Harry Blackburn afirmó, para sustentar su voto al respecto: "Dada la incertidumbre acerca del estatus médico y moral del feto, los estados no pueden adoptar una teoría particular sobre el inicio de la vida, y no pueden, por ejemplo, decidir que porque la vida empieza en el momento de la concepción los fetos tienen derechos iguales a los de los bebés ya nacidos". Desde el siglo pasado las investigaciones científicas sobre el ADN han demostrado que éste existe ya desde la concepción, haciendo de las primeras conformaciones resultantes de células un ser totalmente único e irrepetible, que no pueden ser más que una persona humana, con nombre y apellido, en una fase natural de su desarrollo que sólo termina en la muerte.

Usando el simple sentido común, Juan Pablo II en la "Evangelium Vitae" dice del óvulo fecundado: "lo que va a ser ya es". No obstante, la teoría de que la moralidad de un acto se basa en la creencia personal sigue vigente. Y en México sigue siendo parte de los argumentos que se están presentando para que la recién aprobada ley de la "suspensión del embarazo" en el D.F. sea aprobada también en el resto del país. Yo me pregunto: si ese ser que se desarrolla en el útero materno no es un ser humano antes de que aparezcan sus primeras manifestaciones de actividad cerebral, ¿qué es entonces? ¿Un simple montón de células? ¿De quién? De la madre no son, obviamente, porque tienen distinto ADN. Y si no son de la madre deben ser de alguien más.

Ahora bien, si tienen ADN humano ¿pueden ser de un ser que no sea aún humano? ¿Se puede tener ADN humano sin serlo, sin ser ya persona? Suponiendo, sin conceder, que no exista certeza respecto al momento de inicio de la vida humana porque ni la ciencia ni las leyes pueden responder con exactitud a esta pregunta, ¿no sería más prudente acudir entonces a la filosofía y al sentido común- para no argumentar a partir de la revelación ante no creyentes- antes de promulgar leyes que pudieran violar el derecho fundamental de una persona que, por lo menos, tendría (en ese supuesto) igual número de probabilidades de existir que de no existir en ese momento? Porque aunque no se crea que haya vida humana en el feto, ¿tiene tal creencia mayores garantías de veracidad que la que dice lo contrario? Es entonces mucho más correcto moralmente, y en consecuencia jurídicamente, actuar de modo que se salvaguarden los derechos de la persona, aunque sea de modo preventorio, que de modo que se posibilite su violación.