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La apatía de los jóvenes

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“Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo” Clemenceau

Remedios Falaguera (España)

Advierten los autores de los últimos estudios  sobre algunos aspectos de la  juventud española, que la gran mayoría se define como tolerantes, optimistas y solidarios. Pero también afirman ser  apáticos, flojeras y conformistas.

 Unos jóvenes que disfrutan de una libertad y un bienestar envidiables  pero que a diferencia de los jóvenes de otras generaciones no ambicionan tomar las riendas  de su vida .Es más, la mayoría de ellos cree que nuestra sociedad “necesita reformas profundas” pero reconocen “no tener tiempo para colaborar “en  mejorar los problemas que le rodean.

Es lamentable, lo sé. Nuestros jóvenes adictos a la Wii, al móvil o a la pequeña pantalla de ordenador “pasan las horas” amparados en la ley del mínimo esfuerzo y nos hacen ver que esta forma de vida es normal, deseable y envidiable.

Decía Oriana  Fallaci, en su libro “El Apocalipsis”, hablando de esta libertad y bienestar  que   “debería hacerlos más inteligentes, más evolucionados, más cultos, más buenos…. mejores que nosotros… En cambio los hace menos inteligentes. Menos evolucionados, menos cultos, más malos, incluso conformistas.”

No obstante añade: “de tal realidad son las primeras víctimas. Porque en tal realidad han nacido, crecido. Por tal realidad han sido fagocitados y asimilados. Y obviamente, la culpa no es de ellos. Es de la generación que les ha parido y que, a su vez derrumbada por la generación precedente, les educa en el vacío de la propia pobreza. De la propia ignorancia, de la propia estupidez, del propio conformismo…. Oh, sí. La culpa es de los que los crían. Pero bien pensado es también de la gente como nosotros, como yo…".

Porque somos nosotros, los profesores  y  las administraciones  publicas  los que les ponemos en bandeja un planteamiento educativo ambiguo y caótico dirigido a  pasar curso sin esfuerzo, mantenerlos en la  idiotez. Puesto que, a peor calidad en la educación, mayor ignorancia, mayor manipulación.

Somos nosotros, los medios de comunicación, los que ofrecemos unos programas de televisión mediocres  en los que recreamos y empaquetamos  un os modelos de éxito  inapropiados, burdos y sin valores.

Somos nosotros, los padres, los que preferimos,  para que no nos molesten,  que los jóvenes pase horas y horas jugando a los videojuegos, haciendo que se sientan dueños de un destino virtual en lugar de “trabajarse” una vida real. Les construimos una jaula de oro, en la que  la responsabilidad, la colaboración  y la convivencia intergeneracional brillan por su ausencia.
 
Y somos nosotros, todos nosotros, los que corremos raudos y veloces al psiquiatra o psicólogo  de turno, cuando surge algún obstáculo de comportamiento, de aprendizaje o de sociabilidad en su vida,  en lugar de afrontar con madurez  y responsabilidad nuestros errores.

No estamos hablando de algo baladí. La lista  de despropósitos educativos seguirá siendo interminable  si TODOS nosotros no asumimos que lo importante para evitar la apatía es  despertar inquietudes, adquirir destrezas y conocimientos y, sobretodo, impregnarse de valores sólidos y duraderos con los que poder  vislumbrar un futuro como adulto  que valga la pena.