Urge la respuesta cristiana a esta pregunta crucial para nuestro futuro, el de España, el de Europa y el de toda la humanidad.
Ante el tracto que por parte de las autoridades políticas está recibiendo la familia, pues en España "el ordenamiento jurídico ha dado marcha atrás respecto a lo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas" que reconocía y establecía "que la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado", es necesario seguir luchando, porque no hay duda de que la familia representa el problema más grave e inquietante ante el que se encuentran las sociedades europeas y, por supuesto, la española.
Urge la respuesta cristiana a esta pregunta crucial para nuestro futuro, el de España, el de Europa y el de toda la humanidad. La respuesta a la crisis de la institución familiar por parte de la familia cristiana debe ser la de recuperar las raíces éticas y espirituales de una cultura familiar sana y fecunda.
Y es que, ni la sociedad en su conjunto, ni la autoridad del Estado pueden manipular a su gusto sus orígenes, su naturaleza y sus propiedades esenciales. Hay que recordar que el matrimonio es una unión que "viene determinada por Dios a través de la naturaleza del ser humano y de la norma moral natural que de ella se desprende".
Por ello hay que intentar ser capaces de producir una verdadera conversión de las conciencias de las personas, tanto en la opinión pública, en el ámbito popular, en el familiar, y en la valoración política y en la legislación del Estado.