Este misterio nos recuerda que desde el momento de la concepción, la vida humana tiene un valor sagrado que todos debemos reconocer, respetar y promover.
Como nosotros, Jesús, el Hijo de Dios, comenzó su vida humana en el seno de su Madre. Por eso, este misterio nos recuerda que desde el momento de la concepción, la vida humana tiene un valor sagrado que todos debemos reconocer, respetar y promover. En este momento histórico, especialmente delicado para todo lo que tiene que ver con la vida del hombre, la conciencia del católico debe iluminar la llamada cultura de la muerte y sustituirla por una cultura que promueva y acoja la vida.
Ningún hombre, ni el ámbito privado ni público, puede admitir en ningún caso prácticas como el aborto, la eutanasia o la producción, congelación y manipulación de embriones humanos. La vida humana es un valor sagrado que no admite tibieza ni debilidad en su defensa. No puede sostenerse, por ejemplo, que el aborto es inadmisible para un católico pero que esto no obliga al que no lo es. Al contrario, el cristiano está continuamente llamado a anunciar el Evangelio de la Vida y a movilizarse, también en la denuncia, sabiendo que ofrece argumentos que tienen raíces profundas en la ley natural y que por consiguiente pueden ser compartidos por todas las personas de recta conciencia.
Enric Barrull Casals