¿Cuál es el México que conocemos a diario? El México de la corrupción política, la delincuencia, el narcotráfico… pero a pesar de todo esto, México tiene otra cara, la cara de la juventud, de la esperanza y la solidaridad.
¿Cuál es el México que conocemos a diario? El México de la corrupción política, la delincuencia, el narcotráfico, las injusticias sociales, la violencia, y la pobreza. Un México que parece estarse desplomando, que sufre. Hemos oído, últimamente, noticias muy tristes, como la noticia del secuestro y asesinato del hijo del Señor Marti, o la hija del Señor Nelson Vargas, que lleva un año secuestrada; o de las volcaduras de varios camiones Estrella Blanca, que por negligencias le han costado la vida a muchas personas; y muchas otros casos de los que no nos enteramos.
Pero a pesar de todo esto, México tiene otra cara, la cara de la juventud, de la esperanza y la solidaridad. El 22 de Agosto, tuve la suerte de ser parte de un proyecto de la organización “Un techo para mi país”, una organización creada en 1997 en Chile, que siendo lidereada por jóvenes universitarios, ha sido un boom en toda Latinoamérica, y ya lleva dos años aquí en México. Fueron un poco más de cuatrocientos voluntarios de diferentes partes de la república como Distrito Federal, Estado de México, Tabasco, Guanajuato y Querétaro, los que se juntaron para trabajar en dos comunidades construyendo casas y conviviendo con la gente. A mi se me hizo una experiencia única en la vida, porque no sólo dejamos las 50 casas entre la comunidad de Villaguerrero, Estado de México y la de las Margaritas, en Querétaro; sino que nos llevamos mucho más. No voy a negar que nos costo mucho trabajo y sudor, pero cuando vi la casa que pude construir con otras ocho personas, sentí que todo el cansancio había valido la pena. El ambiente que se generó entre los voluntarios fue de apoyo y cooperación. Por todos lados, veías gente cargando recubrimientos, tejas y muchas otras partes de las casas. El segundo día, mi equipo iba muy adelantado en la construcción, pero se nos pidieron detenernos para que ayudáramos a los que estaban más atrasados. El domingo, todas las cuadrillas lograron terminar su casa, por lo que pudimos regresarnos con la satisfacción de haber logrado nuestro objetivo, haber conocido otra realidad de nuestro México, y haber compartido tres días con una familia. A veces nos hace falta escuchar más acerca de la cara de un México levantándose, progresando por el trabajo y esfuerzo de su gente.
Por Alejandra Hoyos González Luna (México)