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María, don del Espíritu Santo para la Iglesia y también para mi vida

Image Quisiera compartir con ustedes mi historia de cómo llegó el Señor a mi vida y me hizo cambiar de proyectos. Mi primer encuentro con Cristo lo experimenté cuando tenía 17 años…

 

Soy Saúl Rodríguez Lavoignet, tengo 36 años, originario de Misantla, Veracruz. Desde hace tres años estoy llevando un proceso de formación religiosa en la Compañía de María (Marianistas); espero con mucho entusiasmo el momento de mi profesión religiosa para ser hermano marianista. Hice la carrera de Licenciatura en Educación, la cual ejercí por diez años. También estudié locución y conduje algunos programas radiofónicos en mi ciudad natal.
Quisiera compartir con ustedes mi historia de cómo llegó el Señor a mi vida y me hizo cambiar de proyectos. Mi primer encuentro con Cristo lo experimenté cuando tenía 17 años; esto ocurrió en un retiro masivo con el P. Emiliano Tardif, en abril de 1988 en Xalapa, Veracruz. Más tarde ingresé al movimiento de la Renovación Carismática donde mi vida dio un cambio muy positivo, sobre todo en mi manera de pensar, de ver la vida y de relacionarme con Dios. Estos cambios me llevaron a superar algunas dificultades que venía arrastrando en mi historia personal; pero esto no es todo porque también empecé a sentir el llamado de Dios para que le sirviera; no sabía si en la vida religiosa o en el sacerdocio. No quise atender esta llamada; preferí continuar con mis estudios profesionales. Posteriormente me dediqué a trabajar y a disfrutar de la vida, aunque siempre tenía en mi interior una sensación de vacío, como que me faltaba algo para realizarme. Aunado a esto continuaba experimentando la llamada del Señor a entregarle mi vida, pues siempre que podía, participaba activamente en mi parroquia. Un buen día escuché a un predicador que decía “María es un don de Dios para la Iglesia, no duden en pedir el don de María para su vida…” entendí que se refería a tener un amor especial a María que se manifestara en una relación personal más cercana, en la manera en que Jesús lo hizo con ella. Empecé a pedir a Jesús que me diera el don de su Madre como lo hizo con Juan, el discípulo amado. Le tomé especial devoción a María, de modo que siempre le pedía que me ayudara a hacer de mi vida una ofrenda agradable a Dios.  
El tiempo pasaba y mis inquietudes vocacionales continuaban; para esto yo me encontraba en el Valle de Uxpana, Veracruz, desempeñándome como Supervisor Escolar de una Zona Educativa y también realizando actividades reporteriles para RTV (Radio Televisión de Veracruz). En una ocasión, en busca de noticias, acudí a entrevistar a los hermanos marianistas que se encuentran haciendo misión en ese lugar. Sin duda fue una experiencia que despertó mí interés en la Congregación, descubrir a los marianistas significó un desafío a mi futuro, un comienzo a una vida distinta, una aventura marcada por el camino de la fe y un sueño que por muchos años había anhelado pero que no sabía definir. 
Me vi en la necesidad de buscar dirección espiritual y comencé a llevar un proceso de discernimiento.  Un buen amigo sacerdote me dijo: “No tengas miedo, si tienes duda el único modo de que salgas de ella es atendiendo la inquietud del llamado de Dios, si no lo haces siempre estarás así…” Tenía miedo, mi familia no estaba de acuerdo, ni mis amigos; consideraban que era una locura esa idea. Empecé un proceso como aspirante, viví en la comunidad con los hermanos y finalmente y con muchas dificultades, decidí venir a Querétaro para iniciar el Prenoviciado. Esto significó dejar mi trabajo y familia. Posteriormente fui al Noviciado a Santiago de Chile; ahora me encuentro nuevamente en Querétaro haciendo un tiempo de formación personal. El resultado ha sido maravilloso. Mis vacíos se han llenado, soy feliz y, aunque siga teniendo dificultades, en todo he visto la gracia de la Divina Providencia y mi Madre Santa. Mi familia y amigos al ver cómo me estoy realizando, ahora me animan a continuar en esta vida. Estoy conciente que María ha jugado un papel muy protagónico en este proceso. No fue casualidad sino providencial que antes de que conociera a la Compañía de María, que le pertenece a ella, mi relación personal con María fuera tan significativa. Me siento muy bendecido de ser parte de esta Congregación, Nunca dejaré de agradecer a Dios y a María lo que han hecho conmigo por medio del Carisma Marianista.  También estoy muy agradecido con tanta gente que me han manifestado su cariño a través de sus oraciones por mi vocación.
Para finalizar, me quiero despedir haciéndoles una invitación a trabajar comprometidamente por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada; es muy fácil, sólo tienen que rogar a Dios cotidianamente y animar a aquellos que posiblemente están experimentando la llamada del Señor a ser sus discípulos.
Gracias.
Oración por las Vocaciones
Oh Jesús, Pastor eterno
de las almas, dígnate
mirar con ojos de misericordia
a esta porción de
tu grey amada. Señor,
gemimos en la orfandad,
danos vocaciones, danos
sacerdotes y religiosos
santos. Te lo pedimos
por la Inmaculada Virgen
María de Guadalupe,
tu dulce y Santa Madre.
Oh Jesús danos sacerdotes y
religiosos según tu corazón.
Por Saúl Rodríguez Lavoignet (México)