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Cardenal Bertone

Image Tras haber presidido —por delegación de Benedicto XVI— el VI Encuentro Mundial de las Familias, el cardenal Tarsicio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, estará el lunes 19 de enero en Querétaro, en la sede del histórico Teatro de la República, reunido con intelectuales y académicos católicos de México.

Por Jaime Septién / El Observador

Tras haber presidido —por delegación de Benedicto XVI— el VI Encuentro Mundial de las Familias, el cardenal Tarsicio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, estará el lunes 19 de enero en Querétaro, en la sede del histórico Teatro de la República, reunido con intelectuales y académicos católicos de México.

Una gran deferencia para la diócesis que encabeza don Mario de Gasperín y, al mismo tiempo, una oportunidad para muchos católicos de decidirse a dar el paso fuera del clóset, fuera del gueto cultural al que nos han sometido y en el que nos hemos movido a nuestra anchas, siempre temerosos de ganarnos el derecho a ser admitidos en el debate público de las ideas, de las políticas, de las estrategias, de los valores, de las leyes…

El «número dos» del Vaticano ha sido muy claro sobre el tema de la familia como futuro de la humanidad. Si la familia no funciona la sociedad tampoco. Y funcionar una familia quiere decir estar unidos sus miembros en la fidelidad. Me parece a mí que si alguna gran misión tiene la familia humana y cristiana es la de formar a los hijos (y formarse los padres) en el apego a un ideal de nobleza, de belleza, de bondad, de bien común, de trabajo por la paz y de solidaridad con el débil, de amor por el pobre, de defensa de la vida. Todo eso constituye un verdadero tesoro que el Estado debe proteger, aliviar en sus dolencias y desarrollar sus oportunidades de vivir con dignidad.

Ha dicho el cardenal Bertone que hoy la familia enfrenta gravísimos problemas por la desastrosa situación económica que la avidez de unos cuantos ha generado. Y es en esta vorágine cuando ha de resplandecer el magisterio de la Iglesia expresado en el seno de las familias cristianas, pues es ahora —cuando muchos valores tienden a derrumbarse, cuando se exigen derechos pero no deberes— el tiempo de la misión, el tiempo del discipulado, el tiempo de la esperanza. En los días en que se propaga el desaliento, la familia cristiana, junto con los intelectuales, los académicos, los periodistas, hemos de testimoniar a Cristo en todos los rincones de la patria. Es la hora de demostrar de qué estamos hechos. Y el cardenal Bertone nos lo recordará en el Teatro de la República.