Esta expresión, utilizada por los astronautas del Apolo XIII ante un grave problema técnico, se ha convertido en un grito de desasosiego para muchas madres que tienen que hacer equilibrios todos los días para conciliar su trabajo profesional con el orden en su casa, las labores domésticas, atender a sus hijos y a veces a sus padres, ayudar en las tareas escolares, mantener reuniones con profesores, … o simplemente conseguir meter a los niños a tiempo en la cama.
Por eso, no me extrañan los últimos datos sobre maternidad y trabajo de la mujer en la Unión Europea recogidos en el estudio de la Fundación Acción Familiar, «Mujer e Igualdad de Trato. Análisis de la maternidad en la Unión Europea”, y dirigido por María Teresa López López.
De hecho, me atrevo a afirmar: “Familia, tenemos un problema”.
El análisis estadístico de este informe es demoledor. Según datos obtenidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y Eurostat , queda demostrado, no solo cómo las mujeres «se han visto obligadas a masculinizar sus comportamientos y han comenzado a retrasar su maternidad, e incluso en ocasiones se ven obligadas a renunciar a ella», sino también que las mujeres europeas están sometidas “a una doble discriminación, cuyo origen está en el hecho de ser mujer y ser madre”.
Aunque como afirma María Teresa López López: “La maternidad no debe ser un obstáculo para que la mujer desempeñe un trabajo remunerado, pero tampoco el ejercicio de un trabajo remunerado debe ser un obstáculo para el ejercicio de un derecho básico como la maternidad”.
Destaquemos algunos de los cambios producidos en los comportamientos de las mujeres europeas en relación a la maternidad, y concretamente, de las mujeres españolas:
– España es el segundo país de la UE donde más ha crecido en los últimos años el número de mujeres que tienen un trabajo remunerado, a pesar de que se situaría «entre los últimos puestos de la Unión Europea con los niveles más bajos de protección» a la maternidad junto con Portugal y Grecia.
– en el último semestre de 2010 hubo 235.373 nacimientos, un 3,2% menos que en el mismo período de 2009.
– el 51 por ciento de las mujeres que trabaja “fuera de casa” no tiene hijos, el 27% tiene un hijo, el 20% dos hijos; y con tres o más, la tasa desciende al 4%.
– el 60 % de las mujeres que trabaja “fuera de casa” considera que tener hijos supone ser un obstáculo para el desarrollo de su carrera profesional, ya que el 95 % de las excedencias laborales las piden las madres.
– la diferencia entre el porcentaje entre hombres y mujeres que dejan de trabajar al convertirse en padres o madres alcanza en España hasta 30 puntos porcentuales
– el 85% de las mujeres españolas que están en el mercado laboral renuncian a tener otro hijo.
– la mayor parte de las mujeres, así como de los hombres, hubieran deseado tener algún hijo más, pero la mayoría de ellos aducen como principal motivo « los horarios y jornadas de trabajo fuera de casa– en muchos casos “excesivamente rígidas y muy prolongadas”-, que dificultan la conciliación familia-trabajo, y que afecta de manera especial a la mujer, así como la insuficiencia de recursos y servicios que ayuden al cuidado de los más pequeños. También la compatibilidad de los horarios y el calendario escolar crea dificultades a las familias, cuando el padre y la madre trabajan fuera del hogar»
Lo que nos lleva a pensar que “hombres y mujeres somos idénticos en capacidades, derechos y obligaciones, pero no lo somos en nuestras realidades biológicas. Buscar o fomentar actuaciones idénticas y obligar a tener los mismos comportamientos a todos –hombres y mujeres- es un objetivo poco acertado además de imposible de alcanzar. Las acciones a favor de la igualdad deben respetar e incluso proteger las desigualdades que nos vienen dadas por nuestra propia naturaleza, entre las que se encuentra la maternidad”.
Dicho de otro modo: ¿Podemos afirmar que se está produciendo una discriminación de la mujer española, no sólo por ser mujer, sino por ser madre? ¿Es la maternidad un handicap tanto para la empresa como para las propias mujeres? ¿Se trata de una discriminación «dentro del mismo colectivo de mujeres», donde las mujeres sin “obligaciones familiares” pueden promocionarse dentro de la empresa, mientras que las madres trabajadoras se ven estancadas en su crecimiento profesional por falta de movilidad y flexibilidad laboral? ¿Qué soluciones prácticas y reales deberían tomar en cuenta las empresas para facilitar la conciliación de trabajo y familia, que sean beneficiosas para los hijos, para las madres trabajadoras, para la sociedad y para la economía del país?
De ahí que, este estudio reclame una serie de medidas para superar esta doble discriminación, – mujer- madre trabajadora “fuera de casa”-, y se exige de los poderes públicos una serie de medidas para facilitar la conciliación de trabajo y familia, de las que podríamos destacar:
1- Crear una cultura de respeto y promoción de la familia y de la maternidad: “La sociedad, y especialmente el sector público, debe ayudar a las mujeres a ejercer su derecho básico a la maternidad. Eso obliga a valorar el trabajo no remunerado que realizan y a reconocer el valor de la vida que aportan como un bien irrenunciable para una sociedad que desea prosperar», así como a organizar «políticas de conciliación de la vida familiar y laboral que no consideren a los hijos como obstáculos para el acceso y permanencia de la mujer en el mercado laboral, sino como el capital humano imprescindible sin el que no es posible el bienestar social”.
2- Realizar políticas de conciliación en las que no se considere a los hijos como un obstáculo: “hay que proteger el derecho de la mujer a tener un hijo así como a trabajar fuera del hogar, pero también el derecho de los hijos a tener un padre y una madre, y el del padre a tener y a Cuidar a su hijo no puede continuar el debate centrado en la necesidad de más ayudas económicas directas y nuevas plazas de guardería, prescindiendo del papel cuidador y educativo que los padres tienen desde el nacimiento de sus hijos”
3- Elaborar planes, factibles y de prestigio, para una dedicación discontinua a la carrera profesional.
4- Los poderes públicos deben garantizar políticas de apoyo a la familia: la creación de medidas «para hombres, y no sólo para mujeres, que puedan llevar a que estas no tengan que afrontar solas el doble trabajo laboral y familiar» además , según señala el informe Diez años de conciliación en España, elaborado por el Centro de Trabajo y Familia del IESE – The Family Watch, se recuerda que, “en países como Holanda, Francia, Alemania, Suecia o Noruega, la racionalización de horarios ha hecho posible tres objetivos simultáneos: una mayor incorporación de la mujer al mercado laboral, el aumento del índice de fertilidad y un incremento de productividad en relación con el número de horas trabajadas”.
5- Estas políticas pueden agruparse en varios bloques, como afirma la profesora Nuria Chinchilla: “flexibilidad en el tiempo, excedencias, políticas de servicios para el cuidado de hijos pequeños y de los ancianos, adaptación del puesto de trabajo, apoyo o asesoramiento profesional/personal y beneficios sociales. No todas las empresas utilizan todas las medidas: algunas están contempladas en la ley, otras van más allá. Muchas no tienen coste para el empresario y constituyen tan sólo una cuestión de cultura empresarial. Lo cierto es que cada empresa debe buscar aquellas medidas factibles para posibilitar la conciliación de la vida laboral, familiar y personal de su plantilla, al tiempo que los empleados aumentan su compromiso con la empresa”.
6- Reconocer a las familias como un activo imprescindible: nuestro sistema económico necesita un aumento del índice de natalidad para su crecimiento. De hecho, “este fuerte descenso de la natalidad, junto al aumento en la esperanza de vida, dan lugar a un aumento en las tasas de dependencia, con los consecuentes efectos – hoy por hoy preocupantes-, sobre los estados de bienestar europeos”.