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Fiesta de Pentecostés

El próximo domingo culminaremos la celebración del Tiempo Pascual, o sea de Jesús resucitado, y lo haremos con la Fiesta de Pentecostés, del Don del Espíritu Santo.

Jesús resucitado sube a los cielos, junto al Padre Bueno, y de ahí nos envía su Espíritu, Quien nos conduce para llegar a la verdad completa de lo que Cristo Jesús nos ha dejado y conservamos en el Evangelio.

El Espíritu Santo es el Don del Padre y del Hijo. Es el Espíritu de la verdad, del amor, de la belleza, de la libertad, de la comunión. El Espíritu Santo nos ilumina y fortalece para sostenernos en el seguimiento y testimonio de Jesucristo.

Invito a usted a unirnos en la oración y el anhelo por el don del Espíritu Santo:

Ven, Espíritu Santo.
Ven, Espíritu de Cristo Jesús.
Ven, Espíritu del Padre.

Ven y toma posesión de nuestras vidas,
ven y llena con Tu Luz nuestras mentes y corazones,
fortalece nuestra voluntad.

Necesitamos que Tú vengas a nosotros,
como en Pentecostés a María y a los Apóstoles.
Necesitamos que vengas para abrir nuestras puertas y nuestros corazones,
para superar nuestros miedos, complejos y cobardías
y salir a anunciar con valentía
que Cristo vive con nosotros, resucitado, fiel hasta el final de los tiempos.

Espíritu Santo, queremos que vengas, para que nos lleves a la verdad completa,
que es Cristo Jesús, Camino, Verdad y Vida que nos lleva al Padre Bueno;
ya que vivimos en la mentira o en la verdad a medias.
Queremos que nos recuerdes todo lo que Jesús ha dicho,
porque muchas veces cambiamos o manipulamos sus palabras.
Queremos que desde nuestro interior nos llenes de confianza de hijos
para clamar con cariño a Dios como “Abbá”, o sea Padre, Papá, como le ha dicho Jesús con toda sencillez, ternura  y familiaridad.
No siempre sabemos pedir lo que nos conviene y como nos conviene. Por eso necesitamos de tu fuerza y luz.
Ayúdanos a estar listos y dispuestos a lo que el Padre Bueno quiera de nosotros y con nosotros, porque será siempre lo mejor.

Te necesitamos, Espíritu Santo, para que de todos nosotros,
en nuestras familias, entre nuestros vecinos y compañeros de trabajo,
en nuestros grupos apostólicos, en nuestros pueblos, en nuestras parroquias,
formes comunidades vivas, unidas, solidarias, atentas a los más necesitados,
a los pequeños, a los enfermos, a los ancianos, a los que no tienen trabajo,
a los tristes y solos, a los desanimados,
para que nos anime a todos una viva fe y esperanza,
para que expresemos entre nosotros un mismo y noble amor,
de respeto, estima, apoyo,
aceptando comprensivamente de cada persona sus limitaciones
y valorando especialmente sus cualidades, como Dones que Tú, Espíritu, les has dado.
Ayúdanos a mantenernos unidos,
a renovar nuestras familias, nuestras comunidades, nuestra Patria. Amén