Una guitarra común y corriente tirada en el suelo, con las cuerdas hacia arriba. Detrás de ésta, una silla vacía. Entonces entró un hombre en sandalias, y se sentó.
No. No tomó la guitarra entre sus manos.
Puso los pies descalzos sobre las cuerdas de la guitarra. Y empezó la música. Cada dedo se encargaba de alguna cuerda. Y de esos dedos, salió La Bamba, Let it be de los Beatles y muchas más…
Son los pies de un hombre sin manos y sin brazos. Tony Meléndez, de Nicaragua. Cuando todavía no nacía el médico recetó talidamida a su madre. Se desconocían los efectos de la sustancia en el feto.
Desde muy pequeño emigró a los Estados Unidos. Hoy, está casado y tiene dos hijos que adoptaron. Conduce una camioneta. Ha visitado más de 27 países para decir a todo el mundo que no vale el “no puedo”.
¿Qué responder entonces a la teoría de que para ser feliz hay que estar entero? ¿Y que hay que ser medianamente guapo? ¿Y que hay que vestir la ropa de marca? ¿Y que hay que tener la posibilidad de pasar las vacaciones en Hawaii? ¿Y que hay que tener una salud de hierro? ¿Y que a un feto que trae malformaciones es mejor eliminarlo para que no sufra en esta vida?
El caso es que Tony es un hombre que desborda vida. Y felicidad. ¿Su secreto? No lo dijo. La felicidad no se explica, se vive.