México cuenta con casi 93 millones de fieles católicos, que corresponde al 83.9 por ciento de una población superior a los 112 millones de habitantes. Sus circunscripciones eclesiásticas son 93, sus obispos 163, 16 mil 234 sus sacerdotes, seis mil 744 sus parroquias y 28 mil 288 sus monjas. Son los números de una Iglesia pujante, la segunda nación del mundo por número de feligreses. Pero, más allá de los números, ¿cómo encontrará Benedicto XVI al pueblo católico mexicano en su próxima visita al país?
Para Armando Flores Navarro, rector del Pontificio Colegio Mexicano de Roma, la Iglesia en México está viva y se confronta, día a día, con los desafíos que golpean a la sociedad, entre ellos una creciente violencia. Vatican Insider recogió las consideraciones del responsable de la residencia donde viven más de 100 sacerdotes de México que cursan estudios eclesiásticos en las universidades pontificias de la capital italiana.
¿Qué Iglesia va a encontrar en México el Papa Benedicto XVI?
Va a encontrar a una Iglesia inmersa en el mundo globalizado, con todo lo que eso significa desde el punto de vista político, económico y cultural. Los problemas de la humanidad también se manifiestan en México, con sus connotaciones particulares.
¿Cuáles son estos problemas?
La desigualdad y la pobreza son dos asuntos que se observan de diversa manera según las regiones del mundo, en México existe una gran acentuación en el aumento de la pobreza. Otro de los retos que tiene la Iglesia mexicana es el diálogo con la cultura, y eso requiere una capacidad de comprender los fenómenos sociales modernos además de una reafirmación de la propia identidad.
La situación del país también influye en la vida cotidiana de la Iglesia y México está pasando un periodo de dificultades desde el punto de vista de la violencia e inseguridad. ¿Cómo se responde a este contexto?
Se trata de un contexto en el cual la Iglesia se debe ubicar, en los últimos años ha hecho un esfuerzo de reflexión precisamente con esta pregunta. No se trata tanto de cuestionarnos qué hacer con la violencia sino, más bien, identificar dónde colocarse en contextos de inseguridad. El Episcopado Mexicano ya dio una respuesta: urge convertirse en constructores de la paz.
Si analizamos este problema en México llegamos a la conclusión que no existe sólo la violencia del narcotráfico o el crimen organizado. Es muy doloroso observar las consecuencias del tráfico de personas y de armas, que coinciden en sus rutas a lo largo del país; pero también es triste constatar la difusión de “muchas violencias” en el campo de la política, de la sociedad, de la familia y de otros ambientes. Por tanto todas aquellas acciones encaminadas a construir la paz no serán cosa menor.
¿Cómo se traduce ese mensaje en acciones concretas?
El principal reto es la formación en las convicciones, en los derechos y las obligaciones, en el respeto de la ley. Una situación que lleva a la violencia es el daño al tejido social. Si las parroquias católicas realizan su labor misionera promoviendo la unión en comunidad y abren horizontes de esperanza, de tal suerte que la gente no se disperse por miedo e incluso pueda afrontar las amenazas, la Iglesia estará realizando un papel muy importante.
Existen poblaciones en México abandonadas por las autoridades políticas y de seguridad, siendo los sacerdotes los únicos que permanecieron. Ahí también existe una presencia y misión de Iglesia.
¿En qué situación encontrará el Papa a México desde el punto de vista de las vocaciones sacerdotales?
Es curiosa la realidad vocacional en el país, hace un tiempo veíamos con preocupación un descenso de los ingresos a los seminarios pero justamente en los últimos dos años se reportó un incremento. Incluso en situaciones muy difíciles, en momentos críticos para la vida de la Iglesia que permitirían predecir una afectación en el número de vocaciones, curiosamente sucede lo contrario. Podemos hablar ahora de una “incipiente revitalización” en este aspecto.
¿Un panorama optimista?
Una cosa es la Iglesia que está en la prensa y otra la Iglesia que está en lo suyo. Esta última no son sólo los obispos, los sacerdotes sino miles y miles de bautizados que viven con coherencia su fe y con un compromiso apostólico. Percibo una Iglesia viva, que tiene mucho por decir y aportar.
Del Vatican Insider