El primer Papa viajero de la historia reciente fue Pablo VI. Desde su elección en 1963 hasta su muerte en 1978, realizó 9 viajes internacionales. Miles de personas pudieron ver al Papa Montini en Tierra Santa, Estados Unidos, Colombia, Uganda, Suiza, Portugal, Turquía, Irán, Paquistán, India, Indonesia, Filipinas, Samoa Occidental, Hong Kong y Ceilán (hoy Sri Lanka).
Durante su pontificado (de 1978 a 2005), Juan Pablo II realizó 104 viajes internacionales en los que visitó 129 países diferentes, algunos de ellos varias veces. El Papa venido de Polonia estuvo en México 5 ocasiones (1979, 1990, 1993, 1999 y 2002). También pisó la tierra de Cuba en 1998 para animar a los católicos de aquella nación en medio de no pocas persecuciones y sufrimientos.
Cuando fue elegido a la Cátedra de Pedro el 19 de abril de 2005, Joseph Ratzinger tenía 78 años. Era consciente de los límites de su edad, pero se organizó de tal manera que pronto pudo empezar a realizar algunos viajes internacionales, que en el lenguaje de la Iglesia se llaman «viajes apostólicos».
En concreto, Benedicto XVI ha podido emprender 23 viajes internacionales que le han llevado a los cinco continentes. Los lugares visitados, algunos de ellos varias veces, han sido: Alemania, Austria, Polonia, España, Gran Bretaña, Portugal, Francia, Malta, Chipre, Croacia, San Marino, Turquía, Tierra Santa (Jordania, Israel y la Autoridad nacional palestina), Australia, Estados Unidos, Brasil, Camerún, Angola y Benín.
La visita a México y a Cuba, prevista para los días 23-28 de marzo de 2012, se coloca tras el importante encuentro de los obispos latinoamericanos que tuvo lugar en Aparecida, Brasil, para la V Conferencia general del Consejo Episcopal Latinoamericano, el año 2007. En esa conferencia se elaboró un documento sobre la «Misión continental» que contiene análisis y propuestas para la evangelización del Nuevo mundo en el actual contexto histórico.
Un Papa es esperado nuevamente en México y en Cuba. Se trata de un hecho importante, pues para los católicos, numerosos en ambas naciones, el Sucesor de san Pedro representa un vínculo de unión, una garantía para la fe y un sostén para la esperanza.
Con esos deseos viaja Benedicto XVI a América. Lo hace cuando está a punto de cumplir 85 años. Pero la edad no le impida tener un corazón joven que le permite seguir los pasos del primer Papa misionero: un pescador de Galilea que se llamaba Simón y al que Jesús llamó Pedro.