Me encontré un libro con el atrayente título de “La Orden maldita”. Lo tomé del mostrador pensando que sería un ensayo sobre los caballeros templarios y la Orden del Temple, perseguida por el rey de Francia Felipe IV y por el papa Clemente V, pero no… sólo se trataba de un escrito sobre los legionarios y la Legión de Cristo.
Desde su título, el libro evidenciaba la ignorancia del autor, pues ni los legionarios son monjes ni la Legión de Cristo es una Orden. En el mismo error cae el libro “El código Da Vinci” cuando establece que el Opus Dei es una Orden en la que, además, hay monjes. Para colmo, no son pocos; al contrario, abundan los periodistas que afirman que Marcial Maciel fundó una “orden” religiosa, cuando no es así. Ya quisieran los legionarios contar con un poco más de los 71 años que tienen de historia (muy manchada, por cierto) dentro de los dos mil años que tiene la Iglesia.
Pero como en México, a cuanta mujer que viste un hábito se le llama “monjita” y a cuanto hombre con sotana o alzacuellos se le dice “padrecito”, se instaló una generalización que ha provocado caer con frecuencia en estos errores.
Establezcamos diferencias: no es lo mismo una Orden que una Congregación Religiosa, como no es lo mismo un Monje que un Clérigo; ni una Monja que una Religiosa o una Consagrada. No es igual. En seguida veremos por qué.
Los monjes, desde la perspectiva histórica, son los primeros religiosos que vivieron en comunidad. Fue hace ya más de 1,600 años, durante la primera mitad del siglo IV, cuando las zonas desérticas de Egipto se poblaron de colonias de eremitas, hombres que se retiraron de la vida mundana para vivir, en una gruta, en obsequio y en contemplación de Dios. Los antiguos documentos de nombre Apophtegmata Patrum, dan buena cuenta de ello. Con el tiempo, algunos de estos eremitas congregaron a discípulos suyos que dieron origen a la vida cenobítica egipcia, caracterizada por una disciplina ruda. Así surgieron los primeros cenobios o monasterios.
En Asia, en el mismo siglo IV surgió, bajo la guía doctrinal de san Basilio, un cenobitismo basado en la noción de que la comunidad de la Iglesia es el cuerpo de Cristo. En Occidente, mientras tanto, el monacato apareció con diversos carismas en casi todos los países de Europa y se fortaleció en el siglo VI con el monacato benedictino y la regla de san Benito.
Aunque en el curso de los siglos se ha unido a la vida monástica el sacerdocio, el monacato no implica la vida clerical. Los monjes actualmente son de cinco tipos: dos occidentales (benedictinos y cartujos) y tres orientales (paulinos, antonianos y basilianos).
En el siglo XIII las órdenes de frailes mendicantes se sumaron a las órdenes de monjes y tomaron la pobreza comunitaria para complementar la pobreza individual, con la incapacidad de poseer nada, incluso como comunidad. Además del severo carácter de la pobreza, los frailes mendicantes tomaron como característica común la vida regular al ministerio sacerdotal, apostólico, misionero, o caritativo en diversas formas.
En el siglo XVI surgieron los Clérigos Regulares, que tienen como fundamento el apostolado sacerdotal en una vida regular que acomodan a diversas necesidades de los tiempos, sin que sea menos severa.
En el siglo XVII aparecieron en la Iglesia las Congregaciones Religiosas Clericales, que son asociaciones de clérigos, y después también de laicos, que viven en comunidad sin pretender ser verdaderas órdenes religiosas, aunque se dedican a la propia santificación, al apostolado o a las obras de caridad.
A finales del siglo XVII surgieron las Congregaciones Religiosas Laicales, que son diversas comunidades de laicos dedicados principalmente a la instrucción, enseñanza y catequesis de niños y jóvenes o al cuidado de enfermos o de los pobres. Sus miembros se excluyen del sacerdocio, aunque en ocasiones admiten que algunos de ellos reciban el orden sacerdotal para desarrollar la labor de capellanes de la comunidad laical. A mediados del siglo XIX aparecieron las Congregaciones Religiosas Laicales Femeninas.
En rigor, se les llama “sacerdotes” a los monjes y religiosos que han recibido la ordenación sacerdotal, en tanto que a los clérigos se les llama “presbíteros”.
Como se ve, para que la Legión de Cristo pueda ser llamada Orden, y los Legionarios, Monjes, necesitarían contar con al menos mil años más de los que cuentan en su haber, aunque nunca hayan salido a aclarar que ellos no son una Orden de la Iglesia sino una Congregación Religiosa de Clérigos. Y para escritores y periodistas, siempre será mejor llamarle al pan, pan, al vino, vino.
O sea que, a los legionarios de Cristo lo correcto es llamarlos «presbíteros»?.
A los sacerdotes solemos llamarlos padres, es correcto?, llamar padre a un LC, es correcto?
Gracias
A los Legionarios de Cristo es correcto llamarlos presbíteros cuando lo son, es decir cuando han recibido el orden sacerdotal del presbiterado. Los Legionarios de Cristo y otras congregaciones cuando inician su camino al sacerdocio hacen unos años de noviciado, donde al final de ese periodo hacen su consagración o votos como religiosos, y desde ese momento ellos acostumbran a usar el cleriman o alzacuellos con su traje negro que visten en público. Durante este periodo y hasta que reciben el orden sacerdotal, lo correcto es llamarlos “Hermanos”, lo mismo pasa con un Franciscano por ejemplo que una vez que hizo sus votos se le llama “Hermano” y hasta que es ordenado se le llama “Presbítero”.
A los sacerdotes (obispos, presbíteros o diáconos) solemos llamarles “Padres”, es correcto. Llamar “Padre” a un Legionario de Cristo es correcto siempre y cuando ya haya recibido el orden sacerdotal, sino hay que llamarle “Hermano”. Y como ambos van a vestir en público igual (con su traje negro con cleriman) lo mejor es preguntarles… 😉 RHM