En el contexto del Congreso Internacional de Estudios Coptos que ha tenido lugar en Roma, el 19 de septiembre de 2012 la profesora Karen King presentó los resultados de un estudio sobre un papiro del siglo IV cuya traducción contiene una referencia a una supuesta «esposa» de Jesús (‘Jesús les dijo: mi esposa…’, dice el escueto papiro). Se trata de un fragmento escrito en lengua copta (la lengua de los cristianos de Egipto) que formaría parte de uno de los así llamados evangelios apócrifos.
No es la primera vez que se habla de este tema aunque con relativa frecuencia deba apelarse a un antiguo manuscrito buscado con lupa para poner en forzada discusión lo que ningún historiador o exegeta en sano juicio sostiene.
Ciertamente sería absurdo poner en duda las competencias de los especialistas en cuanto a la datación, la ubicación geográfica y la traducción del texto en cuestión. En eso, si han seguido los métodos de su campo y la comunidad científica de la parcela del área del saber de su competencia les confirma, no hay nada que agregar. Pero eso no es igual a que algo, por el simple hecho de estar escrito, aunque sea antiguo, equivalga a la verdad de lo que dice el fragmento analizado. En otras palabras: los investigadores podrán datar, traducir y contextualizar topográficamente un papiro pero de ahí a brincar al «entonces es verdad lo que dice» hay un abismo.
De hecho, el papiro no tiene un autor y, por si fuera poco, está dentro del género literario de los evangelios apócrifos a los que, de suyo, no se les da credibilidad (por algo se llaman apócrifos). No es el primero, ni el último fragmento perteneciente a un «evangelio» de este tipo pues fueron bastante comunes en el siglo IV y V, especialmente en sectas gnósticas.
Lo que sí resulta curioso es que se dé más relevancia a estos hallazgos y no a los Evangelios aceptados por la Iglesia católica y por la mayoría de los cristianos de todo el mundo siendo que de éstos no sólo se conocen a los autores (que, además, fueron testigos directos de lo que refieren), cuándo y en dónde fueron escritos, sino que también se conservan papiros más antiguos y en mayor cantidad y calidad.
La prensa suele tener un alto sentido de la explotación del morbo. Está empíricamente comprobado que atrae más lectores y de ahí que haya que acudir a él para hacerse con algunos de más. Los titulares sobre este «hallazgo» pueblan hoy la élite de la prensa anti cristiana.
Escuchaba hace poco a una persona que decía: «La gente cree que todo lo que está escrito es verdad». Quizá también algunos «científicos y periodistas».
Por Jorge Enrique Mújica / Análisis & Actualidad