El Papa Benedicto XVI nos ha convocado a vivir el Año de la Fe, que iniciaremos el 11 de octubre, con motivo de celebrar en esa fecha 50 años de la inauguración del Concilio Vaticano II, que tanto ha significado para la renovación de la Iglesia y su anuncio y testimonio de Jesucristo en el mundo actual. Uno de los frutos del Concilio ha sido el Catecismo de la Iglesia Católica, de cuya promulgación se cumplen 20 años. El Año de la Fe es una oportunidad valiosa para conocer y aprovechar más dicho Catecismo, precisamente en la vivencia de la fe.
La fe es regalo que Dios nos ha concedido el día de nuestro bautismo; regalo que se convierte en tarea, para crecer en la fe conforme somos más conscientes de nosotros y de nuestra condición de hijos de Dios.
Pero hay que tener en cuenta la realidad actual, en la que crece la sensibilidad y valoración de la persona humana, pero con frecuencia de manera egocéntrica: o sea que se cultiva el valor de la propia dignidad, pero desinteresándose de la dignidad de los demás. También con frecuencia se rompen vínculos que en la relación humana han sido primordiales, por ejemplo los de la familia: que ni los papás ni nadie se entrometa en las decisiones y elecciones personales. Esto fácilmente se traduce también en rechazar toda injerencia de Dios en la propia vida. Desgraciadamente, con este proceso no encontramos la libertad que tanto anhelamos, sino que nos cerramos y perdemos el sentido de la vida. La fe es la opción que nos permite reordenar todo el rompecabezas de nuestra vida.
La fe no nos manipula, sino que nos orienta.
La fe va más allá de lo que perciben nuestros sentidos corporales, los trasciende sin eliminarlos.
La fe ve y va más allá de la ciencia, de la razón; pero no se opone a la ciencia ni a la razón; al contrario, se complementan mutuamente. La razón ayuda a la fe para que su ejercicio sea un acto humano. La fe ayuda a la razón para alcanzar el más hondo sentido de la vida, la plenitud de la trascendencia centrada en Dios Trino y Uno. Efectivamente, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,27, Sal 8).
El Papa nos invita a vivir el Año de la Fe recomenzando desde Cristo, como firmes discípulos y entusiastas misioneros suyos, según lo estamos reflexionando también como fruto del documento de Aparecida y con la Misión permanente.
En la Diócesis de Tehuacán, el Año Jubilar que acabamos de celebrar por los 50 años de existencia como Diócesis -con el lema “50 años de caminar en la fe”-, providencialmente nos ha dejado preparados y dispuestos para vivir el Año de la Fe en comunión con la Iglesia Universal.
Dios nos espera con gracias especiales a lo largo de este Año de la Fe, que iniciará el 11 de octubre y concluirá el 24 de noviembre de 2013, en la fiesta de Cristo Rey. Y como Dios es rico en misericordia, no se dejará ganar en generosidad y no quedaremos defraudados.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán