Hemos escuchado la noticia, que se ha transmitido por los medios de comunicación: “Habemus Papam” (tenemos Papa). Los Cardenales reunidos en cónclave han elegido al Cardenal Jorge Mario Bergoglio; la rapidez con que lo han elegido, habla de que es muy aceptado por los Cardenales, habla de unidad.
Era Arzobispo de Buenos Aires, ciudad donde ha nacido y crecido. Por lo mismo es argentino, latinoamericano. Nos alegra esta cercanía cultural, la cual también nos ayude y nos comprometa a estar unidos a su magisterio, impulsando nuestro sentido de adhesión al Papa, rasgo muy arraigado en nuestra fe, para caminar con el Papa y bajo el Papa –Sucesor de san Pedro- en comunión con la Iglesia Universal.
El nombre que ha elegido como Papa –Francisco I-, entraña todo un mensaje. No sabemos, ya el mismo Papa nos lo dirá, si se ha inspirado en san Francisco de Asís o en san Francisco Javier, pero en relación con ambos hay vinculación del Papa por algunos rasgos de su vida y ministerio, sea por su sencillez y espíritu de pobreza y de vida misionera, sea también por su carisma jesuítico.
Si lo relacionamos con los Papas anteriores, encontraremos continuidad pero también novedad: tiene solidez humana, doctrinal, espiritual y pastoral. Es claro y consistente en su doctrina, además valiente para expresarla. En su primera presentación a la Diócesis de Roma y al mundo entero, lo sentimos cercano con su sonrisa franca y su lenguaje sencillo y accesible, a la vez que lleno de Dios y de proximidad al pueblo. Amablemente nos invitó a orar por el Papa emérito Benedicto XVI, y antes de dar la bendición nos pidió orar para que Dios lo bendiga. Son gestos que han facilitado la comunicación, han provocado alegría y fundadas esperanzas.
No cabe duda: Jesucristo sigue siendo el Pastor supremo de la Iglesia y los Cardenales se han dejado iluminar y conducir por el Espíritu Santo.
Tehuacán, a 14 de marzo de 2013
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán