Se entretejen diversos aspectos en nuestra vida:
Nos encontramos en los últimos días de la Pascua, celebrando a Jesús resucitado. En la medida en que hemos celebrado la Cuaresma, que nos preparaba a la pasión y muerte de Jesús, ahora con mayor razón celebremos que ha resucitado y vive para siempre.
También nos encontramos en los primeros días del mes de mayo, dedicado a la Virgen María, madre de Cristo Jesús. Ella es la más fiel seguidora y testigo de Jesús muerto y resucitado.
Seguimos celebrando el Año de la Fe. La fe transforma toda realidad humana, para vivirla desde Cristo, con Cristo, por Él y en Él.
Nos unimos a muchos que en estos días han sido bautizados, confirmados, han hecho su Primera Comunión o se han casado en el sacramento del matrimonio. También nos unimos a quienes han muerto y lloramos su partida.
Todo confluye en lo central: vivir nuestra fe, celebrar a Jesús resucitado en compañía de María, su madre y nuestra madre.
Nuestra perspectiva es seguir muriendo a nuestros pecados e imperfecciones y entrar más y más en una vida nueva mediante las virtudes humanas y cristianas: por ejemplo actuar con la verdad, la justicia, la caridad; perdonar de corazón a quien nos difama; ayudar al necesitado; llenarnos de paz y dar paz a quien se siente solo y afligido.
Recuerdo lo que decía santa Teresa de Jesús: “nada te turbe, nada te espante, sólo Dios basta.”
Recuerdo sobre todo lo que nos ha dicho Jesús: “La paz les dejo, la paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden” (Juan 14,27). También nos ha dicho: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena.” (Juan 15,9-11).
Estas son palabras muy motivadoras: nos consuelan, nos fortalecen, nos lanzan a dar testimonio de Jesús resucitado, que nos ama y quiere que permanezcamos unidos a Él, para que nuestra alegría sea plena.
Aunque Satanás ande como león rugiente buscando hacernos daño y que, lejos de Cristo, perdamos la paz e incluso hagamos daño, sin embargo Cristo Jesús es nuestra Paz y nuestra Luz y quiere que seamos luz para los demás.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán