Del 22 al 28 de julio el Papa Francisco ha estado en Brasil, sobre todo en Río de Janeiro, pero también ha ido al santuario de Aparecida, donde se venera con este título a la virgen María como patrona de Brasil.
El objetivo ha sido presidir la Jornada Mundial de la Juventud. Las personas a cargo de los medios de comunicación han dado una cobertura muy amplia, han estado muy atentas a las palabras y los gestos del Papa, quien “ha colmado todas las expectativas”, palabras pronunciadas no por alguien de la comitiva del Papa o un Obispo brasileño, sino por un rabino judío, Gustavo Guershon.
Yo no estuve presente físicamente ni pude seguir en vivo muchos eventos, sino grabaciones televisivas o por internet, pero alcancé a involucrarme en ese mar de jóvenes con su bullicio festivo y sano, con su música y ritmo contagiosos, con su total disposición a escuchar y orar.
Sobre todo me agradó corroborar el estilo del Papa Francisco: cercano, accesible, sonriente; expresivo en gestos y contundente en palabras; con energía física para sostener el ritmo intenso del programa; con inteligencia atenta y corazón encendido para saber encontrarse con personas individuales o con multitudes que sumaban millones. Se ha entregado totalmente al Señor y a los demás.
Fue clara su profunda devoción mariana: al llegar a Brasil, encomendando a Nuestra Señora de Aparecida la Jornada Mundial de la Juventud; también nada más llegar de regreso a Roma, fue a dar gracias a la basílica de Santa María la Mayor.
Habló claro y directo a los jóvenes, pero no sólo: también a los obispos, sacerdotes, religiosas y seminaristas, a los políticos y empresarios, a ricos y pobres, a católicos y no católicos. A todos ha dado un mensaje de conversión pero también de esperanza.
La misma rueda de prensa en el avión de regreso a Roma, larga y sin rehuir ninguna pregunta, es todo un testimonio, mostrándose espontáneo y a la vez profundo en sus respuestas.
Ha despertado y potenciado la conciencia y el compromiso que debemos asumir para ser discípulos de Jesucristo y hacer más discípulos en todas partes.
Habrá quienes acentúen algunas palabras del Papa y contraponiéndolas a las de otros Papas. Yo no veo oposición sino complementariedad. El mismo Papa Francisco ha expresado claramente que es “hijo de la Iglesia” y que la fe en Cristo no puede dejar de estar en comunión con la Iglesia.
Internet ofrece la posibilidad de que tengamos todos los mensajes que el Papa ha pronunciado en su visita a Brasil. Vale la pena releerlos, meditarlos, dialogarlos y responder a lo que Jesucristo nos dice a través de la persona del Papa. Y nos está diciendo mucho. El que tenga oídos, que oiga y responda.