Con ocasión del primer aniversario de la elección de Francisco, el 13 de marzo, y del inicio formal de su pontificado, el día de la festividad de san José de 2013, presento una colección de expresiones que son características de su pontificado:
-No sean nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo.
-Los jóvenes deben decir al mundo: Es bueno seguir a Jesús; ir con Jesús; es bueno el mensaje de Jesús; es bueno salir de uno mismo, a las periferias del mundo y de la existencia, para llevar a Jesús.
– Les pido ser pastores con “olor a oveja”, que eso se note.
-Dios te espera precisamente a ti, te pide sólo el valor de regresar a Él.
-Para Dios no somos números, somos lo más importante que tiene; aun siendo pecadores, somos lo que más le importa.
-La vida de los cristianos dormidos es una vida triste, no es una vida feliz.
-Seremos juzgados por Dios según la caridad, según como lo hayamos amado en nuestros hermanos, especialmente los débiles y necesitados.
-Hay que ser valientes para ir contra corriente y Él nos dará esta fuerza.
-Apuesten por los grandes ideales, por las cosas grandes. Los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para pequeñeces.
-Hemos de ir siempre mas allá, hacia las cosas grandes. Jóvenes pongan en juego su vida por grandes ideales.
-No hablar tanto, sino hablar con toda la vida: ¡precisamente la coherencia de vida!
-Vivir el Evangelio es la principal contribución que podemos dar. La Iglesia no es un movimiento político. No somos una ONG.
-Prefiero mil veces una Iglesia que haya tenido un accidente, que una Iglesia enferma por encerrarse.
-No podemos volvernos cristianos almidonados, esos demasiado educados, que hablan de cosas teológicas mientras se toman el té tranquilos. Debemos ser cristianos valientes e ir a buscar a quienes son precisamente la carne de Cristo.
-Nuestro Dios no es un Dios “spray”, es concreto, no es un abstracto, sino que tiene un nombre: Dios es amor.
-No tengan miedo de los fracasos, de las caídas. Lo que importa no es no caer, sino no quedarse caídos. Levantarse inmediatamente y seguir andando.
-Un cristiano, si no es revolucionario, en este tiempo, ¡no es cristiano! Debe ser revolucionario por la gracia que el Padre nos da a través de Jesucristo crucificado, muerto y resucitado, porque cambia el corazón.
-Predicamos el Evangelio con el ejemplo, después con las palabras. Es en nuestra vida donde los otros deben leer el Evangelio.
-Pidamos al Señor la gracia de llorar por nuestra indiferencia, por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que hacen posibles dramas como este.