El síndrome de Japón a escala INES (International Nuclear Event Scale).
Nivel 6. Accidente importante y liberación significativa. Posibilidad de que se requiera la aplicación plena de las contramedidas previstas.
El nivel 6, es un accidente de alto perfil, que hace referencia al de la central nuclear de Fukushima (2011) en Japón, con explosiones de hidrógeno (H) acumulado y un escape radioactivo que obliga a la evacuación de la población en un radio de 20-30 km. alrededor de los reactores que se encuentren en el límite del umbral de fusión, punto crítico o fuera de control.
El ISIS (Institute for Science and International Security) en su evaluación calificó en la escala INES un accidente nuclear de nivel 6, y declaró públicamente que en el caso de continuar los acontecimientos se llegaría a nivel 7, reservado para Chernobyl en Ucrania.
Nivel 7. Accidente mayor y liberación grave. Efectos múltiples para la salud y el medio ambiente.
La catástrofe de Chernobyl (1986) en Ucrania ha recibido la evaluación unánime por parte de la comunidad científica del nivel 7, el más alto jamás alcanzado en los incidentes y accidentes sufridos por las centrales nucleares, y que se define como un accidente mayor con un intenso o extenso efecto radioactivo en la salud y el medio ambiente, se calcula que las muertes directas e indirectas provocadas por este suceso han superado las doscientas mil personas y siguen en aumento, pues los efectos bioacumulativos de los isótopos radioactivos en el organismo humano son devastadores y la prevalencia en la naturaleza hasta la extinción del material radioactivo en la escala del tiempo supera los miles de años.
El centro de evaluación del medio ambiente de la Academia Rusa de la Ciencia y el Centro Nacional de Estadística sobre el Cáncer de Bielorrusia y Ucrania, apoyan la versión oficial de estas cifras en las décadas subsiguientes al accidente.
El síndrome de China en reactores nucleares es el peor de los escenarios posibles por el que se produce cuando el núcleo del reactor de una central nuclear se funde a causa de sobrecalentamiento por falta de refrigeración (H2O), lo que termina provocando explosiones H, la liberación de grandes cantidades de material radioactivo y su expulsión directa a la atmósfera a causa de la rotura de las vasijas de contención o el vaciado de refrigerante en las piscinas de almacenamiento dejando al aire libre el combustible nuclear.
En la provincia de Fukushima se detecta Yodo-131 y Cesio-137 radioactivo.
Malcolm Crick, secretario del comité científico sobre los efectos de la radiación atómica de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), comunicó el resultado de la medición de radiaciones que se han obtenido a consecuencia del accidente en la central atómica de Fukushima, el 16 de marzo del 2011, cuyos informes apuntan a que los niveles de Yodo y Cesio radioactivos en la leche y otros comestibles son significativamente elevados.
Del mismo modo, Peter Cordingley, portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha concretado que las partículas de Yodo-131 y Cesio-137 procedentes de los reactores nucleares y que han sido irradiadas al aire en una cantidad significativa han provocado la polución radioactiva de alimentos o agua, y están superando las consecuencias que indicaron el gobierno japonés, la Compañía Eléctrica de Tokio que gestiona la central termonuclear o la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
Aunque sujeto a la conclusión de la AIEA, el organismo de vigilancia atómica de Japón, es decir, la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial (NISA, por sus siglas en inglés), hizo público con fecha 12 de abril del 2011 el mismo anuncio que el ISIS – Institute for Science and International Security, ya había realizado en los primeros días, y por el que se refirió a su gravedad avanzando que tras aplicar el conjunto de contramedidas previstas, el desastre se podría calificar de INES 7 con similares características al producido en Chernobyl, el 26 de abril del 1986, el valor máximo en la valoración de sucesos radioactivos en plantas nucleares.
Notas y textos.
4 de julio, 2013. (periodismocatolico.com). El Vaticano y la energía solar.
José María Amenós Vidal. Servicio de Información Católica para hispanoamérica (Administrador).
INAMISTOSA FUKUSHIMA
Roberto Peccia *
Transcurridos tres años de la catástrofe nuclear japonesa -y lejos de haber finalizado- el debate no sólo es aconsejable, sino absolutamente necesario.. Aún con su opacidad informativa y externalidades ausentes; la inseguridad colectiva, la población involucrada y su prospectiva espacial deben ser cuidadosamente atendidas.
Tercera economía mundial, en un hinterland de alta friccionaiidad geopolítica, con intensa, sistemática y recurrente actividad sísmica (Anillo de Fuego del Pacífico), crecimiento de su presupuesto y bases militares, y ubicada en la región más poblada del planeta que se ha duplicado desde 1950. De las 10 áreas urbanas del mundo que superaban los 10 millones de habitantes, Asia en 1960 sólo aportaba 3, para el 2000 fueron 6 y para el 2015 totalizarán 8 de las 10 megaciudades en la lista. En el 2050 la ONU estima para el continente asiático, un crecimiento poblacional superior al 60 por ciento, disparando aún más su población urbana. Japón como sociedad ordenada, del selecto grupo de países centrales, relevante rango científico tecnológico, significativa urbanización del archipiélago en la región y con una dependencia de la energía nuclear superior al 30 por ciento (intentaba alcanzar el 40% de su matriz para el 2017 y el 50% para 2030), debe importar carbón, gas y petróleo que sólo refina, a un costo de 22.000 millones de euros anuales. En ese marco, la Directora del Organismo Internacional de Energía Atómica (AIEA-ONU) María van der Hoeven, afirmaba el año pasado: “..la energía nuclear puede jugar un rol muy importante a la hora de reducir los gastos en la compra de hidrocarburos..” y constataba, “..además de ser fundamental para mejorar su posición competitiva..”.
El violento terremoto y posterior tsunami del 11.03.11 afectó tres reactores nucleares en la planta Fukushima Daichi I, (superando el accidente nuclear de octubre 1999 en la usina de Tokaimura). Ocurrido en cercanías de la ciudad capital, con miles de muertos y desaparecidos, el 80 por ciento de la infraestructura hospitalaria afectada, 45 millones de escombros y basura radioactiva, 340 mil refugiados nucleares, etc etc; reimpulsando el pánico colectivo en una sociedad con su historia nuclear a cuestas.
La fragilidad del parque de usinas niponas por contingencias geológicas ya había sido advertido al Gobierno por la AIEA, al que también le cuestionó desde el 11.03 (junto con las principales potencias nucleares) por ocultar y minimizar información crucial con datas confusas y contradictorias (obligatorias de transparencia y veracidad como estado parte del Organismo). China (cercana y el más poblado del mundo) manifestó en la ONU su inquietud ante el derrame de aguas contaminadas (300 toneladas/día que registran niveles récord del radioactivo estroncio-90, tritio y cesio, en subsuelos y barreras de la central nuclear), exhortando a Japón “..a ofrecer información oportuna, integral y precisa a la comunidad internacional..”. También expertos internacionales invitados por el Gobierno nipon reclamaron un carácter más transparente en estas decisiones políticas. Es que todo accidente nuclear de magnitud, se convierte de escala global. Desde el 11.03 han crecido los movimientos antinucleares, hasta incluso, el drástico cambio de posición del ex Primer Ministro Naoto Khan (Jefe de Gobierno durante la catástrofe): «…Mi posición antes de marzo 2011 era que mientras nos aseguráramos de que funcionaran en forma segura, las plantas nucleares podían y debían existir. Sin embargo, tras haber vivido el desastre del 11 de marzo, cambié radicalmente de opinión. Los accidentes, como un accidente de avión, pueden ocurrir. Y a veces, cientos de personas mueren en un accidente, pero ningún otro accidente o desastre podría afectar a 50 millones de personas. Tal vez una guerra, pero no hay un accidente similar que pueda provocar tal tragedia..». (spanish@democracy.org). El reconocido experto y asesor japonés de la ONU Akio Matsumura ya había señalado, en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, (World Economic Forum, WEF): “…un accidente semejante podría significar la evacuación de los 35 millones de personas en Tokio, el cierre de medio Japón y comprometer la soberanía de la nación. Una catástrofe humanitaria y medioambiental semejante es inimaginable..”. Estas expresiones pueden parecer intempestivas para la desinformación reinante, aunque resulten una de las pocas, con una visión humanitaria, en contexto y perspectiva. No sólo nos ubicamos en la región más numerosa en habitantes del globo, sino que, el Área del Gran Tokio es precisamente la de mayor población del planeta y a sólo 150 Km. de Fukushima (junto a otras millonarias ciudades niponas en sus cercanías). En sus proximidades, Seúl (Corea del Sur), segunda Área Metropolitana del mundo.
El informe oficial sobre el 11.03 a cargo de una Comisión de doce expertos y la presidencia del Profesor Emérito de la Universidad de Tokio Yotaro Hatamura es de interesante lectura: descoordinación, incompetencia, falta de previsión, plagada de irregularidades y donde nadie había previsto planes de evacuación y/o emergencia, etc, etc. (Prensa Cancillería, dic 2011). En tanto, la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina (UNR) publicaba un relevamiento realizado (por la Universidad de Columbia y la revista Nature, EEUU) en 211 plantas nucleares en actividad y su relación de proximidad (30. 75. 100 y 150 Km de distancia) con ciudades bi-millonarias en habitantes de China, India y Pakistan, etc. etc. No es un dato menor, que junto con Tokio figure Nueva York (con su planta nuclear Indian Point y 17,3 millones de habitantes), cuando ambas forman parte del reducido y exclusivo grupo de “ciudades globales con capacidad para suministrar los servicios más avanzados y nodos de interconexión de flujos transnacionales superiores..”(Sassen y Usach-Yerte). Con respecto a estas letales cercanías territoriales, Jean Zieggler académico suizo Relator de DDHH de la ONU las calificó “..como bombas de espoleta retardada linderas a nuestras ciudades.”.En la publicación de la UNR no figuran las usinas atómicas de ALyC, veamos un aporte local. Entre los considerandos de la Declaración ante el Acuerdo YPF-Chevron (coincidentes con la Declaración Final del Congreso de Salud Socioambiental), el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, Argentina (23.07.13), se sostiene que “..el retorno de la apuesta a la energía nuclear (entre otras) amenaza irresponsablemente la integridad genética de nuestra especie..”. Zieggler había incluso denunciado que: “.. el lobby nuclear ha conseguido que la Organización Mundial de la Salud (OMS) renuncie a ocuparse de las víctimas de las catástrofes nucleares” (Acuerdo WHA 12-40 entre AIEA-OMS)
Es posible que puedan existir propuestas en defensa de plantas nucleares, e incluso afirmar que no se han producido muertes por causas del accidente nuclear el 11.03. Es oportuno entonces, hacer visible lo invisible. y que, desde una valoración humanitaria y situacional, iniciar el debate colectivo obligándonos a evitar el reduccionismo y/con disponible información veraz. Todos somos los involucrados directos. El accidente del 11.03 se ha instalado como un potencial urbanicidio, en espacios colectivos que no dejan de crecer.
También existió desde el 11.03 renuencia del gobierno y la empresa TEPCO en asignarle el rango correcto al desastre atómico, (nivel 7 -Accidente Mayor-, finalmente adoptado), de acuerdo la Escala Internacional de Eventos Nucleares (INES por sus siglas en ingles). Es de recordar que con este nivel 7 (el máximo rango), sólo había calificado la catástrofe nuclear en Chernobyl, Ucrania 1986. (meses antes ésta había sido inspeccionada por la AIEA, cuyas ponderaciones y dictámenes sobre medidas de seguridad resultaron auspiciosos). Transcurridos 28 años de la explosión que afectó veinte países, miles de kilómetros cuadrados y emisiones a la atmósfera superiores a Hiroshima, la planta ucraniana prosigue su marcha letal para con los seres vivos. Se le construye un segundo sarcófago de hormigón (el primero con severas fugas consecuencia de la radiación) a un costo de 1.500 millones de euros (mediante donaciones internacionales por su premura), protección que los expertos estiman de una vida útil de 100 años (luego se espera que habrá disponible nuevas tecnologías para su aislamiento seguro y definitivo). En tanto la limpieza periférica del Chernobyl contaminado necesitará 20 años más (deben retirarse 30 cm. de tierra contaminada en un radio de 400 Km2, de transportación compleja y destino final incierto). Pero Chernobyl y Fukushima son cualitativamente diferentes y no pueden desagregarse en abstracto. Semejantes catástrofes no disparan en un no lugar, en espacios ausentes, desterritorializados y sin seres vivos de por medio. Confrontar de manera aislada y binaria, datos inconexos resulta una discusión miserable. Hablamos de nuestro único habitat común y un desafío urbano global sin precedentes. Chernobyl explotó, estaba ubicado en una próspera zona agrícola, con pequeñas aldeas y poblados y (hoy) poblaciones fantasmas como Chernobyl y Pripiat. La planta japonesa es totalmente diferente y puede resultar peor que la de Ucrania. Japón en su reducido y urbanizado territorio posee 54 plantas activas y la comunidad científica no se explica aún como no se produjo la explosión ( que podría haber afectado en cadena los 10 reactores del Complejo Fukushima y otros). Se ha podido tener acceso sólo a uno de los tres reactores dañados por carencia de instrumental idóneo, 1500 barras de combustible gastado en compleja situación, el reactor 4 en piscinas sin protección, líquidos imparables con mediciones récord de radiación. El peligroso desmantelamiento llevará 40 años. El anuncio (otra vez) de revisión de medidas precautorias y/o imputarlo a fallas humanas, demuestra la inmadurez (o el poder) para calibrar las reiteradas catástrofes.
Europa, con su dependencia energética, segunda región con plantas nucleares (tras de Asia), nos ofrece singulares paradojas. Francia entre los más avanzados científicamente, 58 plantas activas y la mayor participación nuclear en el total de su matriz, 75,3 por ciento. Italia realizó un referendum pos Fukushima prohibiendo futuras construcciones y con España, cuestionadas por su ubicación en zonas sísmicas y la extensión de un mayor plazo de funcionamiento.Alemania potencia manufacturera, cuarta economía mundial y segunda exportadora global de bienes, desconectará definitivamente sus plantas atómicas en el 2022, (participa con el 26,1 por ciento). Suiza, Bélgica y Austria rechazan su uso. Al respecto el Ministro de Asuntos Exteriores austríaco, Goerg Oberreiter, denunciaba: “..los costos de desmantelamiento de las plantas nucleares se estiman en alrededor de un billón de euros por cada gigawat instalado”, y proseguía “..los desechos peligrosos que generen permanecerán por milenios sin solución”. EEUU es el país con mayor número de plantas nucleares (104), con un aporte de la fisión atómica menor al 20 por ciento. Tanto Bush como Obama apoyaron y apoyan la energía nuclear para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero , pero hasta la fecha, los EEUU (con China los dos mayores contaminadores globales) no adhirieron al compromiso efectuado en Kioto (Japón) en 1997. Mal que nos pese, el lobby nuclear no permanece inactivo. Una vez más la tendencia, como en accidentes anteriores es: luego de una pausa estratégica, más controles y menor información, reactivan las construcciones de plantas nucleares en todo el mundo. Actualmente funcionan 434 reactores en 29 países y en cuatro décadas habrán superado los 900. China, Rusia, India, Finlandia, Bulgaria, Iran, Japón. Corea del Sur, Eslovaquia, Ucrania, Bielorusia, Reino Unido, etcétera. Incluso EEUU que no los construía desde el accidente de Three Mile Island, Harrisburg, Pensilvania (INES nivel 5), en 1979, tiene cinco proyectos en marcha.”..Los países que son serios han dado pasos hacia adelante en sus planes..” (afirmaba enfáticamente anunciando nuevas construcciones, Anne Starz, alta funcionaria de la AIEA, 13.02.14). Resultará pertinente, claro, el crecimiento exponencial de riesgos y desechos.
Nuestra región con suficiente acopio de energía, doblaría su población a mediados del siglo y cuyo aporte nuclear representa solamente el 2,79 por ciento en el total del producido eléctrico, Sus tres gigantes territoriales Brasil, Argentina y México, alcanzarán en 2050 una población de 223, 58 y144 millones respectivamente. Con dos reactores en actividad cada uno, reiteran la vecindad con sus ciudades mayores: Angra do Reis a100 Km de Río de Janeyro (12,1 millones de habitantes); Atucha a106 Km del AGBA (11,3 millones de hab.)/Embalse a 120 Km del Gran Córdoba (1,2 millones de hab.) y Laguna Verde a 290 Km de México DF. (20,4 millones de habitantes, la tercera Área Metropolitana más poblada del mundo). Los dos primeros con submarinos y reactores en construcción y los tres con propuestas de expansión. (En una hipótesis de máxima, “..si Atucha y Embalse sufrieran accidentes, nivel 7 de la escala INES –el peor posible- sus efectos podrían extenderse sobre ciudades y provincias de Argentina, e incluso afectar a Uruguay y Chile” FUNAM). En Argentina más del 60 por ciento de su población vive agrupada en el 2,5 por ciento del territorio.La nefasta historia de Ucrania y la pesadilla nuclear japonesa están lejos de ser tranquilizadoras. En las últimas tres décadas han ocurrido tres “accidentes mayores o de amplias consecuencias” y cada tres años se producen accidentes o incidentes. Las usinas fueron proyectadas para 25/30 años de vida útil, y ampliadas a 60 años. Sus desechos sin solución, con una vida activa mayor de 1000 años y un pasivo de 270 mil toneladas. El aporte nuclear al total energético en el mundo es irrelevante, aunque colabora en la producción del (denominado) uranio empobrecido. Todo esto fue ejecutado por los hombres, ellos deben ser los encargados de analizar sus implicancias sistémicas, en interacción amistosa con la vida, en clave local, regional y planetaria.
* arquitecto, autor del libro “Energía nuclear réplicas humanas y urbanas” edit Cusderno. Rosario, Argentina marzo 2014