Por primera vez en la historia las voces de los Sin Tierra de Brasil, los cartoneros de Argentina, los pueblos originarios de México o los desahuciados de España, resonarán en el Vaticano. Será este martes 28 de octubre cuando líderes de organizaciones sociales dialoguen por dos horas con el Papa. Lo harán durante el “Encuentro Mundial de Movimientos Populares” convocado por la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales y el Pontificio Consejo Justicia y Paz.
Prevista del 27 al 29 de este mes, se trata de una reunión inédita si se considera que algunos de los movimientos participantes (sobre todo de América Latina) han sido hostilizados desde algunos sectores de la misma Iglesia católica. En entrevista con el Vatican Insider uno de los organizadores: Juan Grabois, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular.
¿Qué busca este encuentro?
Es un espacio de intercambio, de debate, de discusión y fundamentalmente de propuestas concretas, protagonizado por quienes efectivamente sufren la cara más aguda de la injusticia social en el mundo, que es la exclusión. Participan varios sectores sociales: los trabajadores de la economía popular, los informales, precarizados, migrantes, los campesinos, los sin tierra, los pueblos originarios, las personas que habitan en las villas de emergencia, asentamientos informales o que están en riesgo de perder sus casas por la especulación inmobiliaria. Son personas que se han organizado para pelear por los derechos básicos como el acceso a la vivienda, a la tierra para cultivar y al trabajo con derechos.
¿Qué quiere el Papa con esto?
No soy un vocero del Papa, sólo puedo decir que él siempre acompañó procesos, sobre todo aquellos encabezados genuinamente por los sectores populares. Él vio cómo sufrimos y cómo peleamos para mejorar la situación nuestra, como la de muchos compañeros y compañeras que la estaban pasando muy mal en Argentina. Conoce las intenciones que nos llevan a veces a hacer cosas que parecen raras, como el recuperar las fábricas abandonadas. Sabe que son motivaciones humanas, buenas y que merecen ser escuchadas, para que cada uno tenga la oportunidad de juzgar pero desde un conocimiento profundo y no de un prejuicio construido por la imagen proyectada por otros, sin tener en cuenta la voz de los propios excluidos.
Los prejuicios hacia ustedes existen en Argentina y en otros países de América Latina, donde los consideran violentos. ¿Cómo llegaron hasta el Vaticano?
Nosotros a los prejuicios estamos acostumbrados, eso es lo que menos nos preocupa. Reunirnos acá resulta natural. Si recorremos un poco podremos ver que en Roma existen ambulantes, también hay romanos que limpian los vidrios, artistas callejeros en las esquinas. El problema del desempleo y su impacto en la economía popular es un fenómeno global. Se expresa de maneras distintas, pero nadie se va a salvar de eso.
Quienes les critican ponen el acento en el respeto a la legalidad y el rechazo a la violencia, que para algunos movimientos populares ha sido un problema…
En este tema existen dos posturas: las preocupaciones genuinas y, como decimos en Argentina, de “buena leche” y las que son preocupaciones “mala leche” de fariseos e hipócritas. Nosotros estamos viviendo 12 guerras en el mundo y el Papa habla de la “Tercera Guerra Mundial en cuotas”. Estamos viendo cómo las principales potencias intervienen en conflictos, por ejemplo en el Medio Oriente, armando a unos grupos en contra de otros y provocando masacres tremendas. Por ejemplo en Kurdistán es un movimiento social el que está frenando el avance de las milicias del Estado Islámico (Isis), un grupo mercenario cuyas armas no salen del desierto sino que se las dan las principales potencias económicas y militares del mundo. Eso es violencia, violencia es que existan tres mil millones de pobres en el mundo, que millones de chicos pasen hambre en el mundo. Y por ahí que un pibe nuestro se ponga en una esquina de Buenos Aires para lavar un vidrio y sea considerado un violento, da que pensar…
Bueno, pero en el caso de manifestaciones populares violentas de verdad, donde se rompen negocios y casas. ¿Ustedes justifican esa opción?
Nosotros estamos en contra de toda forma de violencia, aunque existen actitudes individuales. Estamos de acuerdo con las manifestaciones, con la participación popular, pero no con la violencia, sobre eso existe un debate al interior de los movimientos sociales y la gran mayoría somos partidarios de las manifestaciones pacíficas y legales. Cuando hay cuestiones reñidas con la ley, tratamos que la ley cambie y no mantenernos siempre al margen.
Considerando que los asistentes provienen de países y experiencias muy distintas, ¿cómo se planteó el encuentro?
No vinimos hasta acá a hacer diplomacia vaticana, vinimos a decir lo que pensamos y hasta ahora hemos tenido una gran receptividad. Las personas a las cuales les interesa comprender las cosas de verdad, escuchan con atención y antes de juzgar, piensan. Después existen intereses creados detrás de un intento por silenciar a los movimientos populares y esos intereses van a desplegar su arsenal discursivo contra lo que hagamos, pero no nos preocupa ni asusta.
¿No les preocupa que este encuentro sea otra excusa para acusar al Papa de comunista?
Mientras a él no le preocupe, a nosotros tampoco nos debe preocupar. No nos preocupa.
¿El encuentro será sólo teórico o buscará llegar a propuestas concretas?
Eso lo vamos a discutir durante la reunión. En principio la idea es promover una instancia de coordinación que permita al menos realizar campañas sobre los tres grandes temas: el derecho a la tierra, el derecho a la vivienda y el derecho al trabajo digno. Desde ya no sería una estructura dependiente del Vaticano, primero para cuidarlo al Papa Francisco y que nadie le eche la culpa de los líos que haremos nosotros. Segundo porque muchos de los compañeros y compañeras no son católicos, lo cual no quiere decir que la Iglesia no tendrá una participación y un acompañamiento. De hecho ellos nos están dando el espacio, eso se debe agradecer y reconocer.
¿Apoyando encuentros como este el Papa quiere “enseñar” a la Iglesia a recuperar banderas que le han robado en el pasado, como la lucha por la justicia social?
No, personalmente no creo que sea así. En realidad creo que esta tratando de enseñarnos a todas las personas de buena voluntad que si no recogemos las banderas de la lucha por la dignidad humana el mundo puede terminar muy mal.
Del Vatican Insider