“¡Prepárense para la fiesta!”. Eso le dijo el Papa Francisco a Manuel Roberto López Barrera, embajador de El Salvador ante la Santa Sede. Corría el mes de enero de 2015 y aún no se conocía la fecha de beatificación del mártir Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de la capital asesinado el 24 de marzo de 1980 por los “escuadrones de la muerte” del ejército a causa de su predicación a favor de los más pobres, en medio de un sangriento conflicto interno.
A pocos días de su elevación al honor de los altares como beato, prevista para el próximo sábado 23 de mayo en una plaza de San Salvador, López Barrera habló con el Vatican Insider sobre el significado de la beatificación, las resistencias –aisladas- que aún provoca Romero y el riesgo de la instrumentalización de su figura.
¿Cómo se ha involucrado el gobierno de El Salvador en esta beatificación?
El gobierno salvadoreño ha puesto todo el empeño en esta ceremonia de beatificación porque es muy importante para el pueblo del país que se realice con la magnificencia que merece. Se ha esperado tanto para tener esta celebración, el gobierno puso todos los medios para ayudar a la Iglesia católica en la organización, en la logística, en todo lo que implica una ceremonia de esta naturaleza. Ha girado invitaciones a los presidentes de América Latina para su participación, algunos han confirmado.
¿Cuántas personas se esperan y cómo será la logística?
Se habla de más de medio millón de personas, entre los fieles que van a viajar desde el interior a la capital y la gente que está interesada en llegar. Esto ha exigido una logística especial con un reforzamiento de la seguridad y la transportación, para que la gente se sienta tranquila.
¿Cuál es el significado que le da el gobierno a este reconocimiento a monseñor Romero, más allá de la cuestión religiosa?
La figura de monseñor Romero se hizo universal, por su defensa de quienes no tenían nada, en una parte de la historia salvadoreña muy dolorosa, en medio un conflicto y con gobiernos militares que todo lo arreglaban silenciando a la gente de cualquier manera. Ellos apoyaban a gente de mucho dinero que no admitía mejorar los salarios y las condiciones de vida, ni ayudar a los pobres. Eso denunciaba Romero. Su denuncia sincera, desde el fondo del corazón, sosteniendo un evangelio en la mano y defendiendo al pueblo que le había sido encomendado, confirma la necesidad de un cambio en la mentalidad. Los problemas de hoy en el mundo tienen su origen en la desigualdad, y su figura demuestra la necesidad de velar por nuestros hermanos. En este sentido coincide con las enseñanzas del Papa Francisco.
¿Tuvo la oportunidad de hablar con el Papa sobre la beatificación?
Desde el momento en que fue electo, la primera vez que lo saludamos, le pedimos ayuda en la causa de monseñor Romero y él dijo que si: “Vamos a revisar, durante mi pontificado podría ser”. Así fue hasta el más reciente saludo, en enero pasado, cuando exclamó: “¡Prepárense para la fiesta, ya viene!”. A él siempre le vi una gran alegría porque durante su pontificado se va a beatificar a esta figura.
Usted comentaba que Romero destacó en un momento difícil y muy polarizado de la historia salvadoreña, una polarización que duró mucho tiempo después. ¿Usted cree que ya se superó ese tiempo?
Monseñor Romero viene a ser como un bálsamo para estas heridas del pasado. El tiempo se encarga de borrar las heridas y en este caso se encarga de ir suavizando esta situación, aunque me imagino que existen personas que aún no están totalmente de acuerdo en la santidad de él. Personas que todavía defienden, tal vez, intereses pequeños y que no aceptan esta situación, aunque en general se constata una aceptación a Romero. Incluso de personas que lo denigraron y lo insultaron están recapacitando. Monseñor (Gregorio) Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador, aún recuerda los cuetes que tiraron en la zona residencial de la capital cuando se corrió la noticia de la muerte del arzobispo, lo hicieron para festejar. Aunque existan todavía resistencias, creo que el tiempo dará la razón a la Iglesia.
Algunos grupos advierten que algunos políticos están dispuestos a usar a Romero en las elecciones ¿existe todavía el riesgo de la instrumentalización política?
Espero que no, porque ese fue uno de los puntos que retrasaron bastante el avance de la causa de beatificación. El haber usado su figura en esa forma. Sin embargo sus enseñanzas buscaban la aplicación del evangelio a la vida. Muchos de nosotros nos asustábamos por algunas de sus palabras, nos preguntábamos dónde iban a llevar varios de sus discursos. Pero el tiempo ha pasado y ahora esperamos que no se use más en ese sentido. También desde el gobierno hemos pugnado por evitar cualquier instrumentalización y creemos que finalmente se ha logrado.
Del Vatican Insider