¿Qué es inteligencia? Es la capacidad de abrirnos a la realidad, de conocerla, captarla y penetrarla en su profundidad. El objetivo de la inteligencia es buscar y encontrar la verdad. Nos permite adquirir una visión de conjunto, descender a la realidad concreta de la vida, orientar nuestros pasos y nuestro comportamiento diario.
Veamos algunas dificultades:
- La falta de juicio o convicción propia. Según el Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt, esto es algo típico del hombre moderno: “Su raciocinio camina a saltos, sin relación interior, atomizado. Lo que viene después no le interesa… ha llegado a deformarse de tal modo que es incapaz de tomar interiormente posición frente a lo que escucha, a lo que ve o lee. Todo esto no le interesa. Por eso, tampoco lo toma en serio. Sólo a una cosa se aferra con todo su ser: a las ventajas económicas que pueda obtener para sí. Para eso está despierto y tiene un fino oído. Esto es lo que llena su alma…”
El hombre actual ha perdido la capacidad de tener su juicio propio. Asume en forma cómoda, “verdades” sin el menor espíritu crítico. Cree ciegamente lo que dice el gobierno, el partido político, los representantes de la Iglesia, el jefe del trabajo, el diario o la televisión. Se deja dictar por los otros lo que tiene que pensar y lo que tiene que hacer para no llamar la atención en el rebaño.
- Los prejuicios. Por lo general se forman a partir de informaciones falsas que recibimos y que luego proyectamos hacia otros sin análisis previo. Muchos de estos prejuicios son herencia familiares, del medio ambiente, de la prensa o la televisión. Algunos ejemplos: “todos los abogados son mentirosos”; “los indígenas son perezosos”; “las mujeres que manejan son un peligro”; etc. Estas creencias son prejuicios que deforman la verdad.
- Afectos desordenados. Creemos ser muy objetivos, pero, en el fondo, los sentimientos nos hacen pensar lo que ellos desean. Nuestra subjetividad se proyecta inconsciente en nuestro pensar.
Sin que nos demos cuenta son las antipatías y las simpatías las que orientan nuestras reflexiones y conforman nuestros juicios. Si alguien nos cae mal, no escuchamos con apertura y agrado su verdad, sino encontramos siempre un “pero” para contradecirle. Este “bloqueamiento emotivo” perturba y hasta impide un juicio objetivo de la realidad. Estamos manipulando la verdad.
Por lo general existen también miedos y temores que nos impiden dar testimonio de la verdad. P.ej. el temor de ser descubierto en una incoherencia, el miedo de caerle mal al otro, de tener que asumir una responsabilidad o tener que rechazar un pedido. Son todos obstáculos que desordenan nuestra capacidad intelectual y dificultan nuestra búsqueda de la verdad.
- El pensar mecanicista. Es un modo enfermizo de pensar que domina en nuestros días. Es un pensar que no ve la totalidad, el conjunto de las cosas. Opone y separa mecánicamente lo que en la realidad está unido e integrado. Porque en un mundo orgánico todo está relacionado con todo, más aún cuando se trata de realidades vivas y de procesos vitales. El pensar mecanicista se caracteriza por el “o ‑ o”, o esto o lo otro. No puede entender que la verdad está en “y ‑ y”, en que se puede acentuar una cosa u otra, en que una parte tiene una función y otra tiene otra función, sin excluirse mutuamente.
Para el Padre Kentenich, el daño más fatal del pensar mecanicista es que ha separado lo natural de lo sobrenatural. Ha opuesto Dios y mundo, fe y vida, el amor a Dios y el amor al hombre. Por eso, el hombre moderno es prisionero de lo material y en su materialismo ha perdido el sentido de lo sobrenatural.
Preguntas para la reflexión
Pensemos en nuestra reacción cuando alguien, tal vez el cónyuge, nos critica.
- ¿Buscamos sinceramente la verdad que podría esconderse en esa crítica?
- ¿O nos cerramos para defendernos y contraatacar al otro?
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