Muchas de las frases del saludo del nuevo Obispo de la Diócesis de San Andrés Tuxtla Monseñor Fidencio López Plaza a sus feligreses durante su presentación como su nuevo Pastor, fueron rubricadas con un sonoro aplauso y acompañadas por la diana de la banda local. Su larga experiencia adquirida en el trato directo con sus comunidades parroquiales tanto de la sierra de Guanajuato como de la ciudad episcopal de Santiago de Querétaro, además de su dirección como responsable de la Vicaría Diocesana de Pastoral, le facilitaron la sintonía con su nueva feligresía, gente llena de fe y entusiasmo católico propio de los pobladores de esa región. Sonaron y resonaron los aplausos, las voces de aprobación y las dianas de la banda musical, fiesta gozosa del Pueblo de Dios como sólo la Iglesia lo sabe hacer.
Entre todos los aplausos sobresalió uno más prolongado y sonoro cuando saludó a los jóvenes y, haciendo alusión a la fábula aquella del águila que, atada dentro de un gallinero, no sólo perdió la habilidad para volar, sino que terminó creyendo que era un gallináceo cualquiera, perdiendo tanto su habilidad como su dignidad. Con este apólogo invitó cordialmente a los jóvenes a abandonar cualquier gallinero opresor, a levantar el vuelo y reconocer que su vocación es volar muy alto y no el permanecer esclavos de nadie, pues para ser libres nos rescató Jesucristo. Los aplausos fueron prolongados y la aclamación mayor, signos éstos de esperanza que logró despertar en la juventud su nuevo Pastor. El Obispo es y será siempre testigo y portador de esperanza.
Es verdad que ahora una de las cualidades humanas más difíciles de encontrar o de infundir en la juventud es la esperanza. Escuchamos hablar de desilusiones y de desconfianzas, de incertidumbres y de sospechas, pero no de esperanza. Menos cuando el miedo nos corroe las entrañas. El descrédito de los responsables de las instituciones sociales y políticas, económicas y educativas, nos han vuelto recelosos y apocados. Cada uno busca su propia seguridad, cualquiera que esta sea, aunque vaya a contrapelo de su dignidad, y así nos encerramos en esos “gallineros” que nos tienen aprisionados, sobre todo a los jóvenes, y que han impedido al país alzar el vuelo.
¿Qué es el sistema televisivo nacional sino un inmenso entramado donde te dejan o hacen ver lo que quieren, te aturden con hueca palabrería, te saturan de sexo, violencia, vulgaridades y discursos de mercachifles que tienen la receta para todos los males y la solución para ninguno, y resuelven los problemas camuflándolos y desvaneciéndolos como en un país de zombis? ¿Qué es el mundo del deporte, nobilísimo por cierto, cuando convierte los estadios en pleitos de gallera, donde grupos de fanáticos vociferantes lastiman al vecino y atacan impunemente a la autoridad, con tal que las arcas se engorden y crezcan? ¿Qué otra cosas son los antros y similares donde el alcohol, el sexo, la droga y la violencia encuentran clientes de corta edad y, atados al vicio, crean una sociedad minusválida y enfermiza incapaz de sacudirse el yugo, levantar el vuelo y elevar a este país tan boquibajeado?
Más explicaciones pueden darse del esperanzador suceso, pero así se puede interpretar ese largo aplauso del pueblo y sobre todo de los jóvenes ante el mensaje de su nuevo Pastor, que los invitó a quitarse las ataduras, a no dejarse aprisionar por ningún gallinero ideológico y a levantar el vuelo hacia las alturas a ejemplo de Jesucristo. Porque la fe cristiana o desata las ataduras o deja de serlo. Al frente siempre irá su Pastor.
+ Mario De Gasperín Gasperín