¿Por qué hubo necesidad de practicar el Magno Exorcismo para México? Esta pregunta la he escuchado mucho desde que el miércoles 20 de mayo, al mediodía, se celebró este ritual en la catedral de San Luis Potosí en una celebración presidida por el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo emérito de Guadalajara, y monseñor Jesús Carlos Cabrero Romero, arzobispo de San Luis Potosí, con la participación de varios exorcistas, sacerdotes, seminaristas y laicos. La respuesta consta de tres partes:
La primera la responde la historia, cuando en 1226, en Arezzo, Italia, donde la población vivía inmersa en una extrema violencia, san Francisco de Asís, vio que los demonios habían infestado la ciudad provocando crímenes entre la población; en consecuencia, envió al hermano Silvestre con la indicación de expulsar a los demonios. Luego de que Silvestre ordenara “De parte de Dios y por mandato de nuestro padre Francisco, salgan, demonios todos, de aquí”, la ciudad volvió a la paz y al orden.
La segunda la respondió el mismo demonio, cuando en 2013, en la plaza de San Pedro del Vaticano, el 19 de mayo, Domingo de Pentecostés, a dos meses del inicio del pontificado de Francisco, el Padre Juan Rivas logró acercarle al Papa a un mexicano que padece una posesión de cuatro demonios. De aquel encuentro, el Padre Rivas refiere: “El Papa saludó a Ángel, éste le besó el anillo pontificio y en ese momento cayó en trance. Entonces le puso las manos en la cabeza y se escuchó un alarido como el rugido de un león. Los que estabábamos allí lo escuchamos perfectamente; el Papa también lo oyó, los encargados de su seguridad y una niña que estaba a nuestro lado. A pesar del rugido espantoso, el Papa no se dejó impresionar y siguió con su oración, como si ya antes hubiera afrontado situaciones similares”. Tras el providencial encuentro, el Padre Rivas llevó a Ángel con el Padre Gabrielle Amorth -Decano de los exorcistas- para que lo liberara de la posesión. Durante el exorcismo, los demonios confesaron que la violencia en México está relacionada con el aborto y que “habrá tantos crímenes violentos como abortos existan”.
La tercera la deben responder las autoridades civiles, pues cuando a iniciativa del gobierno del Distrito Federal -que actuó deliberada e irresponsablemente- se liberó el aborto a partir de abril de 2007, también se provocó una infestación demoniaca como no se había padecido desde antes del acontecimiento guadalupano de 1531. Las autoridades, además, no cesan de promover los abortos entre la población joven.
En un Mensaje difundido el 12 de noviembre de 2014, el cardenal Sandoval invitó a los obispos de México y al Presbiterio a consagrar sus comunidades al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María en un acto de desagravio por la grave ofensa cometida contra Dios y contra la vida humana. En su Mansaje, el Cardenal hace ver que “nuestra Patria atraviesa por momentos difíciles, debido a la corrupción generalizada, con la complicidad de las Autoridades con el crimen organizado, que ha crecido en forma alarmante, generando extorsiones, desapariciones y asesinatos. Existe otra masacre silenciosa: la del aborto de miles de niños que son destrozados en el vientre de sus madres; crimen enorme que en algunos lugares hasta está protegido por la Ley”. El mensaje concluye con una afirmación precisa: “Si el corazón de los mexicanos no cambia, no cambiarán las estructuras de pecado”.
El acto religioso de desagravio se celebró el 12 de diciembre de 2014 en la catedral primada metropolitana de la arquidiócesis de México cuando en la Santa Misa, el cardenal Juan Sandoval Iñiguez consagró México al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de la Virgen María.
Quedaban pendientes tres asuntos: el primero, celebrar el Magno Exorcismo de México a fin de liberar el territorio de la infestación demoniaca. Esto también ya se concretó el 20 de mayo en la catedral de San Luis Potosí.
Ahora sólo quedan dos pendientes: el primero es derogar la ley maldita que auspicia y promueve la muerte de inocentes en el seno materno mediante los abortos. El segundo es que cada mexicano se proponga deponer actitudes de violencia para disponerse a un proceso de conversión a Dios, pues la lucha de la Santísima Virgen María contra Satanás no debe librarla ella solita, sino con la participación de todos sus hijos.
Además de estos acontecimientos -que por sí mismos son elocuentes- es preciso indicar que cuando la Iglesia se ve en la necesidad de practicar el Magno Exorcismo en un territorio es porque el mal se ha extendido estrepitosamente, como está sucediendo en México.