En la jerga homosexual lo llaman «salir del closet». Y eso es lo que ha hecho Krzysztof Charamsa, sacerdote y alto funcionario en el Vaticano. De origen polaco, Charamsa ha trabajado desde el año 2003 como «oficial» en la Congregación para la Doctrina de la Fe y secretario de la Comisión Teológica Internacional, además de enseñar teología en dos universidades pontificias de Roma.
Fue el diario Il Corriere della Sera quien presentó originalmente el polémico «destape» en la primera página de su edición del sábado 3 de octubre, víspera del inicio del Sínodo sobre la familia (cf. «La confessione del monsignore: “Sono gay e ho un compagno”», 03.11.2015). Contemporáneamente la edición polaca de Newsweek publicaba otras declaraciones de Charamsa sobre el mismo tema.
No conforme con las entrevistas publicadas por esos medios de comunicación, el mismo sábado el hasta entonces «Monseñor Krzysztof» hacía dos cosas más: participar en la primera asamblea internacional de la «Global Network of Rainbow Catholics» (un autodenominado grupo «católico» que busca hacer presión para que la Iglesia modifique su doctrina acerca de la homosexualidad) y dar una rueda de prensa sobre su «salida del closet» (en la que también presentó a su pareja: un catalán de nombre Eduardo).
Dadas la «profesión» de Charamsa, el tema al que se refería y el momento en que hacía el anuncio, el caso no tardó en catapultarse a la prensa internacional (véase, por ejemplo «Il coming out del teologo gay sui quotidiani stranieri», 03.11.2015).
En relación al tiempo elegido por Charamsa para anunciar su homosexualidad ha dicho él mismo: «… quiero decir al sínodo que […] una pareja de lesbianas o de homosexuales debe poder decir a la Iglesia: nosotros nos amamos según nuestra naturaleza y este bien de nuestro amor lo ofrecemos a los demás porque es un hecho público, no privado».
En la entrevista publicada por Il Corriere della sera Charamsa hace una interpretación bastante subjetiva de la Biblia para concluir que ésta no condena la homosexualidad. Interrogado acerca de su condición de sacerdote y el hecho de que tenga pareja (lo que supone que ha faltado a una promesa libre de vivir en celibato) dice: «Sé que la Iglesia me verá como uno que no ha sabido mantener una promesa, que se ha perdido y no por una mujer sino por un hombre. Y sé que también deberé renunciar al ministerio, que es toda mi vida. Pero no lo hago para poder vivir con mi pareja. Esta es una decisión mucho más amplia que nace de la reflexión sobre el pensamiento de la Iglesia».
Considerando la persona y el tiempo en que ésta ha comunicado lo que ha comunicado, el portavoz de la sala de prensa de la Santa Sede declaró:
«Acerca de las declaraciones y entrevistas concedidas por Mons. Krzystof Charamsa cabe señalar que – a pesar del respeto que merecen los hechos y circunstancias personales y las reflexiones sobre ellos – la elección de declarar algo tan clamoroso en la víspera de la apertura de Sínodo resulta muy grave y no responsable, ya que apunta a someter a la Asamblea sinodal a una presión mediática injustificada. Ciertamente, Mons. Charamsa no podrá seguir desempeñando las tareas precedentes en la Congregación para la Doctrina de la Fe y las universidades pontificias, mientras que los otros aspectos de su situación competen a su Ordinario diocesano».
La medida del ordinario diocesano de Charamsa, el obispo de Pelplin, Polonia, se ha hecho pública por medio de su portavoz (véase el original en polaco en este enlace):
«En conexión con el comunicado publicado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede respecto a la declaración de P. Krzystof Charamsa y sus afirmaciones a los medios de comunicación contrarias a las Escrituras y a las enseñanzas de la Iglesia Católica, considerando las normas del Código de Derecho Canónico, el P. Krzystof Charamsa ha sido amonestado por el obispo de Pelplin a retornar al camino del sacerdocio de Cristo. Al mismo tiempo el obispo de Pelplin pide oración por esta intención a todos los sacerdotes y fieles».
En no pocos medios de comunicación se ha presentado la imposibilidad de que Charamsa continúe trabajando en el Vaticano, y en las universidades donde enseñaba, como una injusticia. Al respecto debe recordarse que la persona implicada en su entrevista inicial da por sentado que es una consecuencia de su «salida del closet» por lo que no es algo inesperado. Por otra parte más que una injusticia es una consecuencia lógica: cómo una persona que no cree lo que la Iglesia enseña puede seguir enseñando en las universidades donde se enseña lo que la Iglesia cree. Vale lo mismo para el dicasterio donde se vela para que la fe católica se conserve, promueva y defienda.
El caso de Krzysztof Charamsa tiene todos los tintes de quien a toda costa trata de justificar, incluso con malabares teológicos para interpretar la Biblia al propio gusto, un comportamiento incompatible con los compromisos previa y libremente asumidos. Y es que, además de la gravedad de tratarse de un caso de homosexualidad vivida (con el escándalo público que también supone), está la falta a la promesa que la persona en cuestión hizo para vivir en celibato. A todo esto se añade el hecho de actuar como lobby de presión para condicionar el sínodo de la familia que se realiza en el Vaticano.
Sobre este último punto puede ayudar recordar la rueda de prensa que dio el Papa en el vuelo de regreso de Brasil a Roma, el 28 de julio de 2013, cuando una periodista le preguntó sobre los homosexuales y el lobby gay en el Vaticano. A eso el Papa contestó: «Creo que cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir el hecho de ser una persona gay, del hecho de hacer un lobby, porque ningún lobby es bueno. Son malos».
Jorge Enrique Mújica | «LinkNewsAgency»: News about religion, Church, life and family in media on Twitter