Sócrates no dejaba de profundizar en el tema propuesto: es mejor ser justos que injustos. Calicles, su interlocutor, se dio cuenta de lo que ocurría. Si seguía el razonamiento, acabaría por dar la razón a Sócrates. Es decir, cambiaría su modo de pensar y dejaría ideas que amaba profundamente. Por eso Calicles se retira de la discusión.
Esta escena, narrada por Platón en un diálogo titulado “Gorgias”, muestra un fenómeno que también hoy se repite. Empieza un debate serio, se confrontan los argumentos, uno razona con un rigor especialmente intenso. El otro busca huir por la tangente, lanza bombas de humo para esconderse, adopta la estrategia del insulto…
Si quien propone una buena idea sigue firme, si logra centrar nuevamente el tema, y si argumenta con un rigor socrático arrollador, es fácil que surja en el otro el deseo de retirarse. Quien no desea ceder, dará por concluido el diálogo, al menos sobre el punto en cuestión.
Existen retiradas que nacen del miedo a la verdad. No hay otro motivo. Porque si uno tiene convicciones, pero por encima de las mismas está dispuesto a reconocer sus errores y a aceptar ideas diferentes, no escapará, sino que acogerá con gusto razonamientos válidos aunque conduzcan a conclusiones muy diferentes de las que uno llevaba inicialmente en su corazón.
En el mundo que nos rodea lo anterior parece casi imposible. Lo que observamos es la existencia de miles de hombres y mujeres temerosos de quedar en ridículo o de tener que asumir horizontes totalmente novedosos. Como el Calicles presentado por Platón, preferirán el portazo, si es que no terminan por despreciar injustamente a su interlocutor.
Al contrario, un diálogo bien llevado logrará algo que hoy se ve pocas veces en los debates: a que un interlocutor cambie de punto de vista. Tal cambio será sumamente provechoso si no procede del engaño, sino desde una seriedad y unos argumentos analizados hasta sus últimas consecuencias.
De este modo, será posible desterrar errores y avanzar un poco hacia el conocimiento de verdades buenas y fecundas. Que, en el fondo, es lo que todos deseamos en lo más íntimo de nuestros corazones…