Suele pasar con cierta frecuencia que cuando el Papa visita un país donde el anticlericalismo es una realidad se disparen las críticas en torno a los costos que supone el viaje. Esas críticas, sin embargo, también tienen el rostro de la mentira y del engaño cuando, sin algún fundamento, se inventa y difunde el rumor de que el Papa cobra por visitar un país. ¿Qué es verdad y qué es mentira en todo esto?
Hay que reconocer que un viaje y una visita del Papa a un país extranjero supone algunos costos. Respecto al viaje las compañías aéreas suelen ofrecerse para trasladarlo. Casi desde que los papas comenzaron a realizar viajes internacionales ha sido la compañía italiana ALITALIA la que ha asumido por voluntad propia los traslados de los pontífices (especialmente los de ida). Ciertamente hay que reconocer que tiene su justa y lícita segunda intención: qué mejor promoción puede tener una compañía de vuelos que ser la que traslada al Papa.
Para los vuelos dentro del mismo país visitado por el Papa -en caso de haberlos- suelen ser las mismas compañías nacionales las que lo hacen (por ejemplo, por citar un caso, para la visita del Papa a México ha sido Aeroméxico).
El Papa realiza dos tipos de viajes: visitas apostólicas y visitas de Estado. La diferencia entre ambas está en el origen de quien realizó la invitación para visitar el país: son «apostólicas» cuando quien le invitó fueron los obispos del lugar y suelen ser «de Estado» cuando quien le invitó es el jefe de estado o de gobierno de la nación visitada. En la mayoría de los casos suele contar con la doble invitación. Las visitas o viajes «apostólicos» los hace el Papa en calidad de obispo de Roma y cabeza de la Iglesia católica; las visitas o viajes «de Estado» los hace en cuanto jefe de Estado de un país soberano, libre e independiente: el Vaticano.
En su calidad de jefe de Estado es recibido por el jefe de Estado del país anfitrión que le acoge. Eso supone sufragar los costes de la seguridad del Papa en cuanto soberano de un país independiente. Pero eso se hace tanto con el Papa como con cualquier otro presidente, primer ministro o rey de cualquier otro país. Siendo que el Papa es, sobre todo, obispo de Roma y en cuanto tal cabeza de la Iglesia católica (además de contar con una muy saludable popularidad), resulta comprensible que por la cantidad de personas que desean saludarlo en recorridos o eventos públicos el país anfitrión deba destinar una mayor seguridad pública, muy distinta de la que precisa el titular de un país menos conocido en la escena internacional. Naturalmente eso supone costos.
Pero no es menos cierto que para los eventos estrictamente relacionado con el papel de pastor son los obispos del país visitado, a través de colectas entre los fieles o patrocinios de empresas privadas, los que consiguen el dinero para afrontar los costos de los eventos masivos con el Papa. Por cierto, nunca se venden los boletos para ver o encontrarse con el Santo Padre: ni en el Vaticano ni fuera de él. El Papa tampoco exige que se le dé una cantidad de dinero por visitar un país. Eso es absolutamente falso y quien lo afirme debería presentar pruebas de depósitos bancarios que avalen sus afirmaciones.
Un último elemento que los que inventan leyendas negras, acerca de lo que aquí estamos tratando, suelen ocultar es la derrama económica que un viaje del Papa trae consigo. Como es comprensible, muchas personas se desplazan para ver más de cerca al Santo Padre. Esos desplazamientos suponen gastar en transportes, rentar habitaciones, comprar alimentos y, tantas veces también, comprar los productos del lugar al que se llega. Pero no es todo: en términos de visibilidad el lugar visitado consigue publicidad a nivel internacional. ¿No es precisamente al factor turismo al que se destinan tantos millones cada año? ¿Y no es verdad que a fin de cuentas una visita como la del Papa a un lugar determinado redunda en una sobre exposición de alcance planetario? ¿Qué mejor publicidad que un Papa en X lugar?
Finalmente (aunque es el argumento menos importante), siendo como es que la mayoría de las veces los países que el Papa más visita son los de mayoría católica, ¿no tienen derecho los católicos a que el gobierno pague con los impuestos que también los católicos pagan algo que en la práctica totalidad de los casos es causa de alegría más que de descontento?
Jorge Enrique Mújica | «LinkNewsAgency»: News about religion, Church, life and family in media on Twitter