Casi cada día alguien añade frases falsas en las redes sociales y las atribuye al Papa Francisco. Habitualmente son imágenes diseñadas para que tengan un aspecto interesante y atractivo, que se pueden compartir con facilidad y consisten en un mensaje directo entresacado de los mil y un convencionalismos sosos del mundo moderno.
Hay mucha gente que quiere hacer de Francisco un Papa a su medida, como si fuese un muñeco que se estirara y encogiera al gusto de cada cual. Un Papa cool excepcional en medio de una Iglesia atávica y corrupta a la que se critica sin matices ni criterio.
Otros prefieren difundir la sospecha de que es un Papa falso, hipócrita, que dice unas cosas y después actúa de otra manera, que quiere parecer abierto y dialogante pero que esconde un espíritu reaccionario. Un efecto del marketing ideado por un departamento comercial inteligente.
No faltan, desde luego, los que difunden el perfil de un Francisco que contraviniese la Tradición y el Magisterio, el espíritu y la letra del Evangelio. Para ello, se lo aseguro de primera mano, no se avergüenzan de mentir y rumorear como alcahuetas.
Ni lo uno ni lo otro. Francisco es tal y como ustedes lo ven. Alegre, dicharachero, muy sencillo y directo en las respuestas, que ayuda al que lo necesita y atiende a quien requiere de su cercanía, y le da igual quien le juzgue (porque siempre hay quienes juzgan, y no vamos a estar dependiendo de ellos: nos volveríamos locos). Si se enfada lo hace ante las cámaras, si quiere bromear no se esconde. A veces no habla con la claridad que desearía, o deja margen a malas interpretaciones, otras veces sorprende por su frescura y por la seguridad de su mensaje. Es así, con sus virtudes y sus defectos. No hay trampa ni cartón. Nada hay oculto detrás de lo que se muestra.
Por eso resulta desagradable la invención de expresiones absurdas que se ponen en su boca, como la soberana estupidez de que “uno puede ser espiritual pero no religioso” (que hasta quedó incluida en la película Francisco, el Padre Jorge cuyo guionista, el español Beda Docampo, se declara no creyente) o de que va a “convocar un Tercer Concilio Vaticano para cambiar la doctrina”. El Papa habla claro y no dice ese tipo de tonterías. No se crean cualquier frase “bonita” sólo porque lleve su imagen adosada.