En un mundo de prisas y de tantos aparatos electrónicos, el corazón se llena de alegría cuando encuentra un amigo que escucha realmente.
Porque no basta tener a la mano un teléfono y un correo electrónico para sentirse escuchado y acogido.
Porque la acogida inicia cuando alguien te da tiempo, desde un corazón abierto y atento a lo que quieras decirle.
Por eso, encontrar amigos que escuchan da una gran paz al alma y permite establecer encuentros fecundos, auténticamente humanos.
Si nos alegra encontrar un amigo así, ¿no sería el momento de pensar que también nosotros podemos abrirnos y acoger a otros?
Para ser escuchados y acogidos tal vez lo primero que podemos hacer es escuchar y acoger a otros.
Entonces nos daremos cuenta de que en nuestra vida ordinaria hay tantas personas que necesitan una palabra de aliento, o simplemente ser escuchadas.
El mundo cambia y se humaniza desde amistades significativas, atentas, respetuosas y cordiales. Amistades que construyen puentes. Amistades que unen a los hombres entre sí. Amistades que permiten descubrir que existe un Amigo eterno dispuesto a escucharnos siempre: Dios nuestro Padre…